Las Hermandades y Cofradías en su historia

Virgen del Carmen

Hermandad del Carmen

Fundada en 1698 en la iglesia conventual de los PP. Carmelitas Descalzos. Es, por tanto, la hermandad más antigua de la ciudad entre las subsistentes, habiendo conmemorado en 1998 su tricentenario fundacional. Sin embargo, en el siglo XVIII sostuvo un par de pleitos con la hoy extinguida Hermandad de Nuestra Señora del Rosario, sita en la iglesia parroquial del Castillo, por cuestiones de antigüedad, resolviéndose la controversia en ambas ocasiones con la concesión de la precedencia a esa segunda hermandad.

La veneradísima y serena imagen de la Virgen del Carmen, rodeada de orígenes legendarios, fue donada en 1708 por Luis de Ardila, prioste de la hermandad, quien la adquirió en Génova según parece. En 1772 fue restaurada por Samuel Howe, maestro escultor del Arsenal de La Carraca, y en 1951 por el reconocido imaginero sevillano Sebastián Santos.

Hermandad del Carmen

La Hermandad disfrutó de capilla propia y de dos criptas para enterramiento de sus cofrades desde la consagración del nuevo, rico y fastuoso templo carmelita (1733). La antigua hermandad siempre celebró su fiesta en la infraoctava de la festividad del Carmen (el 25 de julio) con función solemne y procesión matutina con la imagen titular y procesión vespertina con Jesús Sacramentado, en ambas ocasiones por los alrededores del convento.

De la Hermandad del Carmen siempre formó parte desde sus inicios lo más granado y selecto de la sociedad isleña: ricos hacendados, opulentos comerciantes de la carrera de Indias y, sobre todo, las clases superiores de la Real Armada, especialmente desde que en tiempos de Carlos III, en 1769, se estableció el Departamento Marítimo en la Real Isla. Desde entonces, dado el prestigio ganado por la Hermandad y la influencia de las ilustres personalidades que formaron parte de la misma, la devoción carmelitana fue ganando incondicionales devotos y fervorosos seguidores entre los marinos de guerra, pero también entre los moradores del humilde barrio circundante (las callejuelas del convento) formado por barqueros, pescadores, mariscadores y salineros, hasta el punto de que la advocación del Carmen fue deviniendo en patrona de hecho de las gentes de la mar.

Hermandad del Carmen

Las dificultades del siglo XIX no doblegaron la pujanza de la confraternidad ni entibiaron el fervor de los isleños hacia la imagen carmelitana que, por la influencia de la Marina de Guerra sobre la localidad, llegó a ser considerada también patrona de hecho de la ciudad que albergaba tan importantes instalaciones navales. Sin embargo, conoció algunos años de inactividad en la década de 1830 y sufrió la exclaustración de los frailes de su convento (1835) y la incautación de los inmuebles de su propiedad con motivo de la desamortización (1836-37).

Durante la segunda mitad del XIX y primer tercio del XX, además de los cultos internos mencionados y la devota salve sabatina, la imagen de Nuestra Señora del Carmen salía anualmente en procesión sólo en el cortejo del Corpus Christi, costumbre que prosigue en la actualidad.

Hermandad del Carmen

Debe reconocerse que en las etapas históricas de confesionalidad del Estado, con coyunturas políticas favorecedoras de los valores tradicionales y religiosos, la Hermandad del Carmen y su imagen titular simbolizaron con fervoroso énfasis la unión y la simbiosis entre el municipio de San Fernando y la Marina de Guerra española. El siglo XX supuso la consagración definitiva de la Virgen del Carmen como la imagen más devota de la ciudad de San Fernando y de la Armada en ella establecida: Patrona de la Marina de Guerra (1901), Patrona de la ciudad (1920) coincidiendo con la vuelta de los carmelitas a su convento, coronación canónica concedida por el papa Pío XII (1951), honores de Capitán General de la Armada y de Alcaldesa Perpetua de la ciudad (1955)…

La novena del Carmen llegó a ser todo un acontecimiento social al que asistían las personalidades y clases dirigentes isleñas. Paralelamente, desde mediados de la centuria vigésima, la hermandad fue abandonando la tradicional función del 25 de julio, aplicándose en la novena que culminaba con la festividad del día 16 ese mes. Por espacio de algunos años de las décadas de 1960 y 1970, la imagen de la Patrona llegó a salir en procesión marítima el día de su fiesta.

Hermandad del Carmen

Durante el último cuarto del siglo XX se asistió a una transformación social en el gobierno de la Hermandad. La Armada se fue desvinculando paulatinamente del mismo (que no de la advocación) y la gestión de la confraternidad ha ido recayendo mayoritariamente sobre personas ajenas a la Marina de Guerra que han procurado fomentar más los vínculos de la sociedad civil isleña con su Patrona y las relaciones con las otras hermandades y cofradías de la ciudad, así como impulsar el incuestionable fervor popular que siempre ha rodeado a la sagrada imagen. Sus cultos se han ido centrando en la salida procesional dentro del cortejo del Corpus Christi, la tradicional novena y función el 16 de julio y una segunda procesión en octubre conmemorativa de los fastos de su coronación canónica.

En los últimos años, la Hermandad ha celebrado espléndidamente el 75 aniversario del patronazgo sobre la localidad (1996, con motivo del cual la venerada imagen de la Patrona visitó por primera vez todas las parroquias isleñas), así como el centenario del patronazgo sobre la Marina de Guerra (2001) y el cincuentenario de su coronación canónica (2001), renovando de este modo los estrechos lazos entre la ciudad, la Armada y su Patrona.

Soledad

Hermandad de la Soledad

La Hermandad de Nuestra Madre y Señora María Santísima de la Soledad, a tenor de los datos conocidos hasta ahora, fue fundada en 1747 en la iglesia parroquial que estaba establecida en el castillo de la Isla de León, aunque está documentado que la sagrada imagen venía recibiendo el culto y la veneración de los fieles en dicha iglesia desde décadas atrás.

La cofradía, según parece, fue durante casi veinte años una corporación de hecho, sin reglas constitutivas. En 1765 ya estaba colocada la imagen en su capilla de la nueva Iglesia Mayor Parroquial, es decir la tercera de la nave de la epístola, cuya adquisición fue formalizada por la hermandad en 1767. En esos años también labró el retablo. Finalmente, en julio de 1768 redactó sus primeras constituciones, que fueron aprobadas en octubre del mismo año por el obispo fray Tomás del Valle. Estas reglas estuvieron vigentes 37 años, hasta que fueron derogadas por las que aprobó el Consejo de Castilla en 1805.

Desde sus orígenes, la principal función de la Hermandad era sacar la sagrada imagen, cuando menos en procesión de misión, en la tarde del Viernes Santo. Desde finales del siglo XVIII, esta procesión se intentó hacerla siempre conjuntamente con la Cofradía del Santo Entierro, como solía hacerse en otras ciudades, pero esta procesión conjunta se vio envuelta a menudo en una serie de disputas que se prolongaron a lo largo de casi todo el siglo XIX.

En 1778 la Hermandad construyó un local o almacén para guardar sus enseres en un solar de la calle del Oleo (hoy Virgen de la Soledad) donado por su mayordomo Manuel de Reina. La Cofradía estuvo a punto de perder este local en dos ocasiones a lo largo del siglo XIX a causa de las políticas desamortizadoras, pero nunca se pudo consumar la expropiación. En la actualidad, más de dos siglos después de haberlo labrado, le sigue perteneciendo en propiedad como almacén y Casa de Hermandad.

Fue renovada en la década de 1830, conociendo una etapa de moderado esplendor a mediados del siglo XIX bajo la presidencia de José Antonio de Ory Zúñiga, intendente de la Armada y prioste de la hermandad durante un cuarto de siglo. En esta época sacaba tres pasos en su procesión de la tarde del Viernes Santo: la Santa Cruz con el sudario, san Juan Evangelista y la Virgen de la Soledad.

Hermandad de la Soledad

A partir del año 1909 se rigió por nuevas constituciones, derogando las centenarias ordenanzas que aprobara el Consejo de Castilla y añadiendo a su primitivo título mariano el de Descendimiento de Nuestro Señor Jesucristo. De hecho, desde el último cuarto del siglo XIX, venía dando culto de hecho a una imagen de Cristo Yacente que se veneraba en la Iglesia Mayor Parroquial y que, al parecer, procedía de la extinta capilla de la Salud.

En el primer tercio del siglo XX, la salida de la Hermandad se limitó (fundamentalmente por razones económicas) a una devota procesión de misión en la tarde del Viernes Santo, yendo la sagrada imagen en un paso de templete y acompañada no por penitentes sino por señoras con cirios. La procesión concluía con el denominado «Sermón de Soledad» que estaba a cargo de un acreditado orador sagrado, y con la interpretación solemne del Miserere. En los últimos años del reinado de Alfonso XIII la corporación tuvo una época de auge gracias al impulso y la protección de los hermanos mayores Manuel Lozano y Antonio Reyes Baulé, pero este despegue fue cercenado por el advenimiento de la Segunda República.

Después de la guerra civil, la Hermandad fue profundamente renovada gracias a la iniciativa de sus hermanos mayores Manuel Oliva Bascón y José Espejo Escribano, sacando un nuevo paso (el actual) en 1940 y abandonando el templete, estrenando nuevos enseres como una diadema de plata (1954) y lográndose dos aspiraciones seculares de la hermandad: la desvinculación e independencia de su procesión del Viernes Santo de la del Santo Entierro, y la salida procesional de un grupo escultórico tallado por Castillo Lastrucci representando el paso del Descendimiento (1965).

Hermandad de la Soledad

En la década de 1980 transformó notoriamente este paso de misterio, escogiendo para la imagen del Señor del Descendimiento el título de Santo Cristo de la Redención Descendido de la Cruz en su Traslado al Sepulcro, más apropiado indudablemente para lo que representaba el grupo escultórico; adquiriendo un paso nuevo (1985), restaurando las imágenes secundarias y agregando otras de nueva factura talladas por Alfonso Berraquero (1986-87); estrenando nuevos enseres procesionales y envolviendo la procesión en una estética más luctuosa, en consonancia con el pasaje evangélico que venía representando, siguiendo de alguna manera el modelo de la sobria hermandad sevillana de Santa Marta.

La antigua y venerada imagen de la Virgen de la Soledad es anónima; según los expertos, de escuela granadina. Podría tratarse de la dolorosa más antigua de cuantas procesionan en la Semana Santa isleña. Sin embargo, los documentos de la Hermandad revelan que una imagen de la Virgen de la Soledad fue costeada entre 1809-1818 por el mayordomo de la corporación. En cualquier caso, la imagen titular fue también restaurada en 1981 por Berraquero. Va de pie ante una cruz arbórea de la que pende un sudario, luce diadema de plata y sostiene entre sus manos la corona de espinas.

En 1997 la corporación celebró el 250 aniversario de su fundación, resaltando su condición de ser la cofradía de penitencia más antigua de esta ciudad. En 2000 fue restaurado el Señor de la Redención por el profesor Miñarro.

Servitas

Hermandad Servitas

La Orden Tercera de Servitas de Nuestra Señora de los Dolores fue establecida en la Real Isla de León en 1759, según patente otorgada por el Padre General de la Orden, fray Giuseppe Rossi. En la misma fecha fue establecida la Orden Tercera en Puerto Real y poco tiempo después lo fue en Chiclana. En 1760 fue confirmada su fundación por el obispo diocesano, rigiéndose hasta el año 1815 por las constituciones de la Orden Tercera sita en la parroquia de San Lorenzo de Cádiz.

La bellísima y meritoria dolorosa titular, de escuela italiana según los entendidos, ya ocupaba el altar de la segunda capilla de la nave del Evangelio cuando se inauguró la nueva Iglesia Mayor Parroquial en 1764. Dicha capilla, con su altar y la correspondiente bóveda de enterramiento, fue adquirida por los terciarios en 1766.

La Orden celebraba como principales cultos el rezo de la corona dolorosa todos los terceros domingos de mes, un septenario anual que culminaba con función solemne el Viernes de Dolores y una procesión por la tarde de ese día, lo que efectuó con regularidad durante toda la segunda mitad del siglo XVIII y buena parte del XIX.

Hermandad Servitas

La centuria decimonónica fue una época de postración para la Orden Tercera de Dolores isleña. En 1900 fue renovada a instancias del presbítero D. Baldomero García, arcipreste de la ciudad, celebrando regularmente el septenario y función de Dolores durante el primer tercio de ese siglo; pero no volvió a salir procesionalmente. En ningún momento pasó de ser una piadosa pero modesta asociación de señoras devotas de Nuestra Señora de los Dolores. La Orden conoció otra renovación importante tras la guerra civil, continuando los sencillos cultos internos a la bella Dolorosa en las décadas siguientes.

En 1977 se fusionó con la joven y austera Hermandad de Mater Amabilis, surgiendo de esta unificación una original asociación de naturaleza híbrida: una orden tercera (denominada Orden Seglar más adelante) que se comporta como una cofradía de penitencia tradicional, según el precedente de la homónima de Cádiz (también orden tercera y cofradía a un tiempo). La fusión fue propiciada por el obispado como solución jurídica más acertada y beneficiosa para estas dos asociaciones que habían llegado a tener por titular a la misma imagen.

La Hermandad de Mater Amabilis había sido fundada en 1972 con planteamientos innovadores en la línea posconciliar, buscando dar un enfoque distinto a las entonces decaídas procesiones de la Semana Santa isleña. Entre sus innovaciones deben resaltarse la incorporación plena de mujeres en la junta de gobierno, el estilo sobrio y a la vez novedoso de la procesión (con la imagen de un crucificado abriendo carrera en lugar de la tradicional cruz de guía) y el haber sido la primera cofradía de la ciudad cuyo paso fue portado desinteresadamente por los propios hermanos.

Hermandad Servitas

La vieja Orden Seglar de Servitas, vivificada por la savia joven de los cofrades de Mater Amabilis, ha continuado la línea de austeridad de la cofradía; la cofradía, desaparecida jurídicamente como tal en la fusión, ganó antigüedad y un rico patrimonio. La confraternidad ha estrechado así mismo sus lazos con la Orden de los Siervos de María y con otras órdenes seglares españolas.

La Orden recupero en las últimas décadas del siglo XX elementos tradicionales de las procesiones isleñas, tales como imágenes secundarias (el apóstol san Juan y santa María Magdalena) portadas en parihuelas (1994) y, sobre todo, el paso de templete para la dolorosa titular (1995), enriquecido en los años siguientes.

Jesús Nazareno

Hermandad de Jesús Nazareno

Hay antecedentes que hablan de la existencia de una Hermandad de Jesús Nazareno establecida en 1751 en la iglesia del Carmen, sin que por ahora se sepa la relación que le unía a la fundada posteriormente en la Iglesia Mayor Parroquial.

Según una tradición recogida a finales del XIX por el historiador Monfort, la efigie del Nazareno fue hallada en el antiguo Mesón del Duque, en el equipaje que dejaron abandonado unos viajeros italianos, siendo entregada en depósito al Sr. Cura de la iglesia parroquial. La imagen del Nazareno salió por primera vez en procesión en los años 1764-65, a iniciativa de un grupo de fieles de condición humilde, pero sin formalizar todavía hermandad. La creciente devoción suscitada por la sagrada imagen, estimuló al nuevo Ayuntamiento independiente creado en 1766 a interceder ante el obispo para que la imagen fuera colocada en un altar provisional del interior de la nueva parroquia.

Hermandad de Jesús Nazareno

La Hermandad fue fundada hacia 1766/67 por la colonia de montañeses (cántabros y asturianos) avecindados en la Real Isla de León como dueños de tabernas y tiendas de comestibles. La cofradía, así como sus primitivas constituciones, fueron aprobadas formalmente en el año 1768 por el obispo fray Tomás del Valle. Ese mismo año adquirió la capilla, altar y bóveda correspondiente en la iglesia parroquial. En esas ordenanzas ya se establecía la salida procesional al amanecer del Viernes Santo, vistiendo sus hermanos hábitos morados, a semejanza de tantas otras hermandades de Jesús Nazareno de la archidiócesis, nacidas bajo la influencia de la de Sevilla. Era una hermandad cerrada (sólo admitía por hermanos a los montañeses) y rígidamente gremial.

Hermandad de Jesús Nazareno

La Hermandad de los Montañeses duró sesenta años, hasta que se extinguió de hecho a finales de la década de 1820. En 1830 fue renovada como Congregación de Jesús Nazareno por devotos pertenecientes a otros grupos sociales y a la Real Armada. La cofradía fue renovada por tercera vez en 1876, aprobándose nuevas reglas (las cuales estuvieron vigentes durante casi setenta años), efectuando desde entonces su procesión con regularidad en la madrugada del Viernes Santo, ganando el fervor y la popularidad que la han caracterizado desde entonces, y enriqueciendo su patrimonio con nuevos enseres y elementos procesionales, como la valiosa túnica de terciopelo bordado en oro que el arcipreste D. Pedro Vigo donó a la imagen de Jesús a finales de esa centuria.

Hermandad de Jesús Nazareno

En el primer tercio del siglo XX, la Hermandad de Jesús Nazareno vivió una etapa de esplendor merced a la gestión de D. Manuel Pece Casas, hermano mayor durante casi treinta años. En su salida procesional sacaba, además del paso del titular, los de la Virgen de los Dolores, san Juan Evangelista, santa María Magdalena y la Verónica; su itinerario llegaba entonces hasta la iglesia del Carmen, costumbre que perduró hasta mediados de dicha centuria.

Hermandad de Jesús Nazareno

A pesar de las dificultades, fue la única hermandad, junto con la de la Vera Cruz, que procesionó en 1935, durante la República, aunque haciéndolo sus hermanos en traje de calle.

En la posguerra, la trascendencia de la arrolladora popularidad de la imagen hizo que la hermandad viera al frente de la misma a los propios alcaldes de la ciudad (D. Antonio Rodríguez, D. José Quetar) o a concejales (Sres. Milena y García Gutiérrez), hecho muy significativo de la importancia adquirida por la hermandad en la localidad y del peso específico de la popularísima imagen en la sociedad isleña.

Hermandad de Jesús Nazareno

La Cofradía, siguiendo el camino emprendido por las demás hermandades isleñas en los años 40, adquirió un nuevo paso para el Señor en Sevilla. Sobre el mismo salió en procesión Jesús Nazareno hasta el año 1984. Al año siguiente estrenó el actual, en estilo neobarroco.

Hermandad de Jesús Nazareno

La procesión del Nazareno suscita una intensa devoción en la ciudad cada Semana Santa. Particularmente emocionantes son la salida del templo y la recogida en el mismo en la mañana del Viernes Santo, pues la participación popular es numerosísima.

La venerada imagen de Jesús es de mediados del siglo XVIII, de autor anónimo, quizás de escuela genovesa. Fue restaurada en 1976 por el imaginero sevillano Luis Alvarez Duarte, quien además le talló un cuerpo nuevo, pues el anterior era de candelero.

Hermandad de Jesús Nazareno

La Virgen de los Dolores es imagen antigua, de autor anónimo y de origen desconocido; pudiera proceder de las desaparecidas capillas de la Salud o de la Escuela de Cristo, pues hay constancia documental de que en ambas se veneraban dolorosas y de que buena parte de sus imágenes y enseres pasaron a la iglesia parroquial cuando estas capillas se clausuraron. En la década de 1970 se consiguió licencia del párroco para colocar la imagen de la Virgen de los Dolores en la iglesia junto a Jesús Nazareno, pues hasta entonces se guardaba en el domicilio de sus camaristas.

Divina Pastora

Esta hermandad mariana fue fundada en 1782 en el oratorio público de la casa principal que poseía en la villa la familia Olea Echezarreta, hacendados gaditanos de origen vasco, a raíz de las predicaciones efectuadas en la Isla de León en la cuaresma del año anterior por el ardoroso capuchino (hoy beato) fray Diego José de Cádiz. No obstante, una tradición no documentada describe la entrega en torno al año 1736 de una imagen de la Divina Pastora a un grupo de vecinos isleños por parte del también capuchino fray Isidoro de Sevilla (creador en 1703 y entusiasta propulsor de esta tierna advocación mariana) que por entonces residía en el convento de su orden en Cádiz.

La Hermandad, gobernada por marinos de guerra en sus inicios, cobró vigorosísimo auge en pocos años. Hasta tal punto que concibió la magna empresa de construir una iglesia para la imagen, según los planos de la nueva parroquia del Arsenal de La Carraca y en terrenos del barrio de Olea donados por la familia Malpica. Las obras se iniciaron en 1789 y en ella trabajó personal de la maestranza de dicho Arsenal (carpinteros, herreros, tallistas y seguramente escultores). La capilla de la Divina Pastora fue abierta al culto en 1793. La Hermandad no detuvo ahí su primigenio entusiasmo sino que, para que armonizara con la envergadura de la nueva capilla, mandó tallar una nueva imagen de la Divina Pastora (la actual, en estilo neoclásico o académico) que sustituyó a la primitiva del oratorio de Olea.

Paulatinamente, el barrio, que hasta entonces había sido denominado como «del Castillo» o con el apellido del citado hacendado vasco, comenzó a ser conocido como «el de la Pastora». Según parece, la hermandad primitiva se limitaba a rendir cultos internos (primero el 8 de septiembre, posteriormente el 15 de agosto), sin salida procesional, y a las obligaciones piadosas con los hermanos difuntos. Debía cumplir también con las obligaciones de varias mandas pías de misas fundadas por familias devotas.

Durante el siglo XIX la Hermandad de la Divina Pastora sufrió dificultades que sofocaron el entusiasmo inicial y casi la abocaron a la extinción. Sufrió una seria crisis económica, las desamortizaciones decimonónicas amenazaron la capilla propiedad de la corporación y en 1873 estuvo a punto de ser demolida por el gobierno municipal cantonalista bajo la excusa de su estado ruinoso. El templo fue remozado, consagrado y reabierto en 1878 gracias a la iniciativa del celoso capellán D. Ramón Olivera, pero la corporación había desaparecido de hecho en el entretanto. No obstante, la imagen titular, sin hermandad, continuó recibiendo cultos y hasta comenzó a salir en procesión integrada en el cortejo del Corpus Christi.

Se renovó con nuevos bríos en el año 1900 a iniciativa del capellán D. Felipe Carrasco, siendo desde entonces muy regular y constante en sus cultos durante el primer tercio del siglo XX: función al Buen Pastor en el segundo domingo de Pascua, novena a la Virgen en agosto y salidas procesionales en el Corpus Christi y en agosto. En 1910 la imagen estrenó un manto bordado en oro para la salida procesional que todavía conserva. El rey Alfonso XIII concedió el título de Real a la Hermandad en 1923.

Tras la República y la guerra parecieron abrirse buenas perspectivas de futuro para la corporación, máxime cuando la imagen titular acabó siendo aureolada con la consideración de Copatrona de la ciudad de hecho (aún no de derecho) y Patrona del Deporte Local. En la década de los años 1950 tuvo un último y efímero destello bajo el gobierno de juntas presididas por Rafael Matute y Francisco Escudier, plasmado en nuevas adquisiciones para el cortejo procesional y en las señaladas donaciones de enseres de las que fue objeto la venerada imagen. Pero, a pesar de varios intentos loables de capellanes, párrocos y devotos por reanimarla, finalmente la corporación languideció. El trasvase de dirigentes y hermanos a las nuevas cofradías de penitencia surgidas en la parroquia fue determinante en esta situación de decadencia.

En los años 1970 conoció una modesta revitalización gracias a un grupo de jóvenes (Juven-Pas), que derivaría, ya a partir de la década de los 80, en un insospechado, sostenido y ascendente esplendor que vivificó esta antigua advocación isleña hasta hacer de ella en la actualidad una de las corporaciones más sobresalientes de la ciudad.

En esta próspera y fulgurante etapa, la Hermandad ha visto engrosar su número de hermanos y devotos, ha emprendido la restauración de la imagen (1990, por Alfonso Berraquero), ha logrado un nuevo paso (1985, el antiguo de la Hermandad de la Virgen del Carmen) soberbiamente enriquecido, ha creado una cuadrilla de hermanos costaleros, ha emprendido la adquisición de nuevos enseres procesionales para engrandecer su cortejo anual del 15 de agosto, ha potenciado los cultos internos a la Divina Pastora y ha mejorado y hermoseado su iglesia, levantada dos siglos atrás por otros isleños fervorosos de la devoción pastoreña.

La sagrada imagen de la Divina Pastora fue coronada canónicamente en 2004. Ese mismo año el Ayuntamiento de San Fernando la reconoció oficial y formalmente como Copatrona de la ciudad. La Hermandad ha estrechado lazos igualmente con el Arsenal de La Carraca, donde trabajaron sus fundadores y primeros devotos.

Vera Cruz

Hermandad de la Vera Cruz

Existió una imagen advocada de la Vera Cruz y una cofradía del mismo título en la iglesia parroquial del castillo en la primera mitad del siglo XVIII. Entre los bienhechores de la imagen, tenemos noticia de la hacendada doña Inés Van Havre, quien en 1713 le donó una corona de espinas de plata. Esta cofradía del castillo parece ser que tenía establecido salir en procesión la tarde del Jueves Santo, como hacían otras hermandades de este título, pero lo efectuó en contadísimas ocasiones.

En el año 1784 se aprobó la constitución de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Vera Cruz establecida en la nueva capilla de su nombre situada en el entonces denominado barrio del Monte. Se ignora por el momento la relación y el enlace que pudo haber entre ambas hermandades. La citada capilla fue construida sobre terrenos cedidos en 1775 por D. Juan Antonio de Madariaga, Marqués de Casa Alta, en un lateral de otros terrenos donados en 1772 por el mismo señor para edificar una capilla mayor que iba a titularse del Salvador y que nunca se concluyó. Al igual que ocurriría con la devoción a la Divina Pastora (con la que mantiene evidentes simetrías isleñas), la Vera Cruz acabaría dando su nombre a la zona urbana aledaña a la capillita y definitivamente a todo el barrio del Monte.

La primera etapa histórica de la cofradía de la Vera Cruz fue muy irregular y accidentada, extinguiéndose de hecho en dos ocasiones y restableciéndose otras tantas en los años 1801 y 1805, siempre a iniciativa del religioso mercedario fray Cayetano Quijada, fundador de la Hermandad de Nuestra Señora de las Mercedes en la misma capilla. La restauración de 1805 fue a título de hermandad gremial de los mareantes o navegantes. No tenemos constancia de que saliera en procesión alguna vez. La Hermandad volvió a extinguirse de hecho en la década de 1820, quizás antes, permaneciendo en este estado durante setenta años.

En el año 1891 la cofradía se refundó definitivamente por jefes y oficiales de la Armada, saliendo en procesión en 1893, por primera vez en su historia, y haciéndolo desde entonces con notable regularidad, ocasionalmente en Martes Santo y casi siempre el Miércoles Santo. Adquirió a partir de entonces las señas de identidad que la han caracterizado hasta hoy día como una de las hermandades más serias, ordenadas y ejemplares de San Fernando.

Cuando esta cofradía se restableció a finales del siglo XIX, se envolvió su origen con una piadosa leyenda, similar a la que rodea el comienzo de las hermandades homónimas de Chiclana y Puerto Real, según el gusto romántico de la época. Esta leyenda relata que la imagen del Santo Cristo de la Vera Cruz fue hallada entre los restos de un naufragio en el litoral N.W. de la Isla de León, concretamente en la playa de la Casería o, según otros autores, en la zona del caño de Herrera o de la hacienda de las Fadricas.

Hermandad de la Vera Cruz

El único paso de esta cofradía lo constituyó desde el principio un calvario, a semejanza del que ya sacaba la Hermandad del Cristo de la Expiración, integrado por la antigua y venerable imagen del Crucificado de la Vera Cruz (de autor anónimo), la Virgen de los Dolores (advocada desde 1918 como del Mayor Dolor), el apóstol san Juan (estas dos últimas tallas de bastante mérito artístico, de finales del XVIII o principios del XIX) y las tres Marías (que fueron donadas por D. Luis de Pando Pedrosa, miembro de la junta de gobierno en esos años románticos de la refundación).

Durante la primera mitad del siglo XX contó con eficientes juntas de gobierno presididas por hermanos mayores como D. José Erostarbe, D. José Ruiz Rodríguez, D. Ramón de Pando Pedrosa, D. Segismundo García Mantilla y D. Diego Gómez, que hicieron de la hermandad de la Vera Cruz y de su desfile procesional un modelo imitado por las otras cofradías isleñas. Además de la de Jesús Nazareno, fue la única cofradía de penitencia isleña que salió en procesión durante los años de la Segunda República, concretamente en la Semana Santa de 1935.

La capilla del Santo Cristo fue erigida parroquia en 1944 y en 1946 tomó posesión su primer párroco D. José Mera. Treinta años después fue abierto al culto el nuevo templo parroquial del Santo Cristo, de traza vanguardista y más funcional, situado en las inmediaciones del primitivo templo. No obstante, la Hermandad de la Vera Cruz decidió con acertado criterio permanecer en la vieja capilla donde se había fundado.

La Cofradía ha mantenido prácticamente invariable su itinerario desde finales del siglo XIX, aunque suprimiendo el llegar hasta la Alameda como hacía antaño. Hasta principios de la década de 1950, la procesión entraba íntegramente en la Iglesia Mayor Parroquial, donde efectuaba un prolongado receso antes de continuar su itinerario; esta costumbre la mantiene hoy día, aunque transformada en una breve y devota estación de penitencia ante el Santísimo.

San José

La villa de la Real Isla de León proclamó a san José como patrón de la localidad en 1766, pocos meses después de haberse constituido el Ayuntamiento independiente de Cádiz. Sin embargo, esta iniciativa no fue corroborada en la misma medida por la autoridad eclesiástica, pues, según lo querido por el clero local, el obispo de Cádiz decretó en 1767 que el santo patriarca fuera Copatrono de la nueva villa, reservando el patronato principal para los mártires Servando y Germán, lo que fue ratificado por la Santa Sede en 1769.

Sin embargo, treinta años después, a raíz de la epidemia de fiebre amarilla del año 1800, los cabildos civil y eclesiástico de la villa imploraron la intercesión del santo, tornando a proclamarle patrón principal y votando o jurando ofrecerle anualmente una función solemne en la fiesta litúrgica de los Desposorios (26 de noviembre). Esta vez el nuevo acuerdo fue apoyado por la autoridad diocesana y sancionado por el papa Pío VII en un Breve otorgado en 1802. Desde entonces, el Ayuntamiento isleño y el clero local han celebrado ininterrumpidamente la función del voto cada 26 de noviembre, excepto en épocas de dificultades políticas o de penuria económica.

En medio de estas dos efemérides josefinas, veinte años después de la proclamación de 1766 y diez antes de la de 1800, se fundó en la Real Isla de León la primera hermandad que tuvo a san José por titular exclusivo: la Devota y Venerable Congregación de Esclavos y Esclavas del Santísimo Patriarca Señor San José. Sus reglas, basadas en la corporación josefina homónima establecida en la parroquia del Rosario de Cádiz, fueron aprobadas en 1789 por el obispo José Escalzo y Miguel, prelado que además concedió una serie de indulgencias a los que rezaren ante la imagen, a los que se alistaren como esclavos, y a los hermanos que asistieren a los cultos. Buena parte de los fundadores fueron eclesiásticos locales, encabezados por el propio Vicario; en sus documentos insistieron en denominar copatrono a san José, como de derecho lo era por entonces.

La Esclavitud estaba regida por cuatro diputados (uno de ellos, el Diputado Mayor presidía la congregación), seis consiliarios, secretario, tesorero, cuatro esclavas camareras y el denominado «agente del Señor San José» (una especie de muñidor encargado de las citaciones y la cobranza). Era condición para ingresar como esclavo el prestar juramento de defender la Inmaculada Concepción de María, siguiendo una piadosa costumbre inaugurada por la hermandad sevillana de Jesús Nazareno. Sus cultos consistían en un septenario y función en la festividad del Patrocinio de San José, otra función el día de los Desposorios (26 de noviembre) y funerales por los esclavos difuntos.

A diferencia de las demás hermandades establecidas en la Iglesia Mayor, la Esclavitud josefina no tuvo al principio una capilla ni una bóveda de enterramiento en propiedad. La corporación sólo costeaba los sufragios por las almas de sus hermanos difuntos, no el entierro en una cripta a los pies de la imagen. Además, la imagen titular no estaba originariamente donde hoy la vemos, es decir en la segunda capilla de la nave de la epístola; esa capilla y su cripta correspondiente eran entonces propiedad de la Hermandad de la Virgen de la Esperanza. La Esclavitud de San José la ocupó desde 1836, una vez extinguida la antedicha hermandad mariana.

A mediados del siglo XIX, la Esclavitud de San José decayó su actividad y se extinguió de hecho. Su continuadora, la Asociación Josefina, fue establecida en esta ciudad en 1885, ocupando la misma capilla del primer templo parroquial y tributando similares cultos al santo patriarca. En 1899, siendo arcipreste D. Pedro Vigo Oneto, se labró un nuevo altar y retablo, simétricos al de la dolorosa servita y costeado por los fieles. Medio siglo después fue reformado y restaurado por Antonio Bey. La imagen del santo, como sucedía con la de la Divina Pastora, comenzó a salir en procesión durante el último cuarto del siglo XIX integrado en el cortejo del Corpus Christi, costumbre que se mantuvo hasta mediados de la centuria vigésima.

Con los inevitables altibajos y las etapas de vigor y decadencia, la Asociación Josefina perduró a lo largo del todo el siglo XX y mantuvo modestamente el culto al Patrón de la ciudad. Fue renovada en 2000 por un entusiasta grupo de jóvenes devotos, que logró revitalizar la antigua Esclavitud de San José en 2003, y que ha vuelta a organizar anualmente la función del Voto, a potenciar los cultos en honor del Patrón de la ciudad y a efectuar una salida procesional cada año con la imagen titular.

Esta es, por cierto, una obra de fines del siglo XVIII que se viene atribuyendo a José Tomás de Cirartegui Saralegui, escultor del Arsenal de La Carraca, por las evidentes semejanzas morfológicas que guarda con las obras documentadas de este artista vasco afincado en la Real Isla de León.

Santo Entierro

Hermandad del Santo Entierro

Esta cofradía se fundó a raíz de la veneración cobrada en la Isla de León por una imagen de Cristo Yacente que fue traída de Génova en 1790 por el presbítero genovés Jácome Parodi Macaggi. La efigie fue colocada en la capilla de Nuestra Señora de la Salud, templo edificado en la última década del siglo XVIII a iniciativa también del propio Parodi. La primitiva imagen genovesa del Santo Entierro fue expuesta a la veneración pública por primera vez en el año 1792, en una procesión organizada conjuntamente con la Hermandad de la Virgen de la Soledad. Esta procesión conjunta de ambas hermandades fue algo habitual durante el siglo XIX, aunque no sin altibajos y dificultades de todo tipo. De hecho, los primeros años de la historia de la Cofradía del Santo Entierro estuvieron presididos por las disputas y los litigios con la de la Soledad.

En 1794, las autoridades locales, a iniciativa del padre Parodi y con respaldo del Consejo de Castilla, se incautaron de una segunda imagen del Santo Entierro que había labrado José Tomás de Cirartegui, escultor del Arsenal, por encargo de la Hermandad de la Soledad. Esta segunda imagen, la actual, fue adquirida por el presbítero genovés, quien la cedió posteriormente a la recién fundada cofradía de la capilla de la Salud. La Hermandad del Santo Entierro y sus constituciones fueron aprobadas en 1795 por el Consejo de Castilla. Desde el principio de su historia se señaló como una corporación de las personas más distinguidas e ilustres de la localidad.

Hermandad del Santo Entierro

La Cofradía residió en la capilla de la Salud hasta el año 1830, en que se trasladó, debido al estado de ruina de aquella ermita, a la iglesia conventual del Carmen, donde ha permanecido desde entonces. En este templo ocupó la última capilla de la nave de la Epístola y, después de la exclaustración de los religiosos carmelitas, labró y embelleció una capilla propia situada en el lateral derecho del crucero, que ocupó hasta bien entrado el siglo XX. Las décadas centrales del siglo decimonono fueron las de máximo apogeo de esta hermandad, dirigida por generales de la Armada e integrada por personalidades de la alta sociedad isleña. La Cofradía sacaba por entonces varios pasos en su cortejo procesional: al Triunfo de la Santa Cruz sobre la Muerte, el Santo Entierro, la Virgen de la Soledad, así como varias figuras alegóricas y una guardia romana. No obstante, tras unos años de decadencia, la cofradía se extinguió de hecho a principios del siglo XX.

Después de varios intentos frustrados, se renovó definitivamente en el año 1942. Desde entonces, convirtió su salida procesional de cada Viernes Santo en la «procesión oficial» de la Semana Santa local, con asistencia de un representante del Jefe del Estado (normalmente el Capitán General de la Zona Marítima), presencia de autoridades civiles y eclesiásticas, comisiones militares, y de todas las hermandades y cofradías isleñas con la Junta o Consejo al frente.

Hermandad del Santo Entierro

A partir de finales de la década de 1970, tras años de languidez, tomó renovado impulso con la salida procesional por primera vez en su historia de un paso de palio con una nueva imagen mariana cotitular: la Virgen del Mayor Dolor en su Soledad, de autor anónimo, reformada por Láinez y por Berraquero. Esta imagen sustituyó a la antigua y meritoria Virgen de la Soledad a la que la corporación había rendido culto durante todo el siglo XIX y parte del XX.

Pero la enérgica transformación acaeció en la década de 1990: primeramente, con la renovación del paso del Señor Yacente, proyectando y estrenando una ambiciosa, lujosa y artística urna (1995) para exponer a la veneración pública a la sagrada imagen, lo que supuso el abandono del desplazamiento por ruedas que había mantenido durante décadas; en segundo lugar, con la reforma de la procesión del Viernes Santo, dotándola de un peculiar estilo fúnebre cuajado de innovadores detalles, algunos de las cuales retrotraen a tiempos pretéritos; y, finalmente, con el reforzamiento solemne de su carácter de procesión oficial, participando en el cortejo autoridades civiles, militares y representantes de las otras hermandades.

Cristo de la Expiración

Hermandad del Cristo de la Expiracion

Esta hermandad se fundó en el año 1796 en la iglesia del hospicio de religiosos franciscanos que servía de parroquia castrense del Departamento, en torno a una efigie de Cristo crucificado que se veneraba en ella. Esta sagrada imagen había sido tallada por el artista guipuzcoano José Tomás de Cirartegui Saralegui, escultor del Arsenal de la Carraca. Recibía culto en dicho templo desde el año 1788, presidiendo el sermón de las Tres Horas de cada Viernes Santo y dedicándosele una solemne novena a partir del año 1792, hasta que sus fieles devotos decidieron formarle una cofradía. En dicho año de 1796 obtuvieron los permisos necesarios del Provincial de los franciscanos de Andalucía y del Obispo de Cádiz, el cual les aprobó sus primitivas constituciones.

Ya desde sus inicios, la hermandad exponía a la veneración pública un calvario formado por la talla del Señor, una dolorosa, san Juan Evangelista y la Magdalena. Ignoramos si estas otras imágenes también salieron de las manos de Cirartegui o de otros escultores del Arsenal; la del apóstol fue donada por Manuel de Caviedes, hacendado de origen montañés y miembro de la junta de gobierno. Los cultos anuales de la Cofradía consistían principalmente en una novena por cuaresma con sermón y canto del Miserere, el Sermón de las Tres Horas o de las Siete Palabras del Viernes Santo, una función en mayo en la fiesta de la Invención de la Santa Cruz y el ejercicio del vía crucis cada cuarto domingo de mes. La salida procesional se consideraba algo secundario, aunque llegó a efectuarla en 1797 y años sucesivos.

Desde su fundación la Hermandad estuvo integrada por ilustres miembros de la Real Armada, formando parte de sus juntas de gobierno renombrados, prestigiosos generales y jefes de los distintos cuerpos. Su primer prioste fue D. Pedro de Cárdenas y Blancardi, caballero sanjuanista y jefe de escuadra (empleo equivalente al actual de vicealmirante) de la Armada. Desde el año 1799, la corporación tuvo la posibilidad de lucrar las generosas indulgencias que le concedió el papa Pío VI.

Hermandad del Cristo de la Expiracion

Las principales dificultades que hubo de afrontar la Hermandad de la Expiración durante la centuria decimonónica fueron, como todas las cofradías, las de índole económico y, particularmente, las derivadas de la exclaustración de los religiosos franciscanos. La corporación quedó en suspenso durante varios años y encontró serias dificultades para su reorganización en San Francisco, principalmente por la oposición del clero castrense que había sustituido a los frailes, llegando a sopesar la posibilidad de un traslado a la Iglesia Mayor Parroquial.

A pesar de las dificultades del siglo XIX, la hermandad fue de las más regulares en su estación de penitencia y entró en una etapa de continuidad durante el último cuarto de esa centuria. Continuó así durante las primeras décadas del siglo XX, celebrando los cultos de regla y siempre procesionando el Jueves Santo. El rey Alfonso XIII le concedió el título de Real en 1918. Como otras cofradías isleñas, conoció años de renovación y auge en la década de los años 1920, coincidiendo con la dictadura primorriverista, pero esta situación favorable se cortó al proclamarse la Segunda República.

Hermandad del Cristo de la Expiracion

Tras una etapa de letargo que se prolongó durante la República y la guerra civil, fue renovada radicalmente en 1940, derogando las primitivas y más que centenarias reglas que estaban todavía vigentes, suprimiendo el calvario, modificando la advocación de la dolorosa por la de Nuestra Señora de la Esperanza, estrenando un paso de palio (1948), cambiando el color de los hábitos de los penitentes y adquiriendo el sobrenombre del «Silencio» por comenzar a procesionar con el alumbrado público apagado, inspirándose en los modelos de sobrias cofradías gaditanas y sevillanas.

Así, alternando etapas de esplendor y de languidez ha llegado hasta nuestros días. Ostenta el galardón de haber sido la primera cofradía de penitencia isleña presidida por una mujer. En 1996 conmemoró su bicentenario fundacional, tratando de diseñar y cumplir desde entonces un ilusionado programa renovador de vuelta a sus orígenes y a sus vínculos con la Armada y con la Orden Franciscana.

Columna

Hermandad de la Columna

Fundada en la Iglesia Mayor Parroquial en 1893 a iniciativa de Salvador Ruiz Moreno y Juan de Arcos García, secundados por un grupo de obreros de la maestranza del Arsenal de La Carraca. Su primera junta fundacional tuvo lugar en la Escuela de Cristo, capillita que existió en la calle Pérez Galdós a espaldas del templo parroquial. No hubo en sus orígenes vinculación alguna con la iglesia de la Divina Pastora como tradicional y erróneamente se ha venido diciendo; lo que sí hubo, pocos años después de su fundación, fue una tentativa de cambio de sede canónica a dicho templo.

Fue aprobada y erigida canónicamente ese mismo año de 1893 por el obispo D. Vicente Calvo Valero bajo el título de Santísimo Señor de la Columna y Nuestra Señora de las Lágrimas, asignándosele la primera capilla de la nave del Evangelio, antaño ocupada por san Pablo. En el repetido año se gestionó ante el escultor valenciano Vicente Tena la talla y adquisición de las imágenes del Señor y dos sayones (1893), san Pedro (1895) y la Virgen de las Lágrimas (1899).

Hermandad de la Columna

La Hermandad conmemoraba en sus cultos internos de julio la festividad de la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. Casi desde el principio de su andadura histórica se fijó la salida procesional en la tarde del Domingo de Ramos (aunque alguna vez la efectuó el Martes Santo) y vistiendo los penitentes hábitos morados y blancos. La hermandad sacaba un tercer paso con la imagen de san Pedro representando el pasaje evangélico de las Negaciones y Lágrimas del apóstol. El cortejo procesional solía seguir un largo itinerario que le llevaba al Patio de Cambiazo y a las calles del corazón del barrio de la Pastora.

Hermandad de la Columna

Apenas transcurridos diez años de su fundación, se sumió en una grave crisis. No efectuó salida procesional durante los primeros tres lustros del siglo XX, reanudándola en 1916 tras ese largo paréntesis con el estreno de nuevos pasos y enseres. Los tres lustros siguientes fueron de consolidación y esplendor para esta joven hermandad, dirigida entusiastamente por los Sres. Díaz Carencio, Vigo, Marón y Oliva. Por esa época salía tras el paso del Señor una centuria de soldados romanos, cuyos enseres procedían al parecer de la Cofradía del Santo Entierro que estaba extinguida de hecho.

Hermandad de la Columna

Tras las dificultades de la Segunda República y la guerra civil, conoció una época de recuperación durante la que se convirtió en la cofradía más innovadora de la ciudad. Fue la primera hermandad de penitencia isleña en abandonar el clásico templete sacando a la Virgen de las Lágrimas en un paso de palio (1939) y la primera también en estrenar un paso en estilo sevillano para el Señor (1941), que aún utiliza. Organizó durante varios años el precedente del pregón oficial de la Semana Santa isleña. Durante décadas fue la única cofradía isleña que salía el Domingo de Ramos, lo que contribuyó a aumentar su popularidad, a consolidarla y a hacer de su salida procesional algo casi inexcusable. No obstante, los años 60 supusieron graves dificultades económicas para la corporación, que no pudo efectuar su estación de penitencia en un par de ocasiones (1965 y 1967).

A partir de 1983 la Hermandad renovó sus estructuras, derogando los antiguos estatutos que databan de 1903, reformando los cultos, emprendiendo nuevas adquisiciones de enseres y buscando reforzar lazos con su barrio a través de la salida procesional anual. En 1993 conmemoró el centenario de su fundación y en 1999 el de la bendición de la Virgen de las Lágrimas.

Estudiantes

Hermandad de los Estudiantes

Esta hermandad se fundó en mayo de 1939, recién terminada la guerra civil, por un grupo de jóvenes estudiantes a iniciativa del padre José María Franco Delgado, rector y capellán de la iglesia del Santo Cristo de la Vera Cruz. Fue la primera cofradía que se creaba en San Fernando después de un paréntesis de casi medio siglo. En dicho templo se veneraba una antigua y pequeña imagen de Jesús Nazareno bajo el título de Jesús de los Afligidos, que fue el primer titular de la hermandad y que procedía de la extinta capillita del Señor de la Humildad que estuvo situada en el barrio de Zaporito.

Su fundación puede considerarse, por un lado, un intento de introducir a la juventud en las corporaciones nazarenas, por entonces reservadas para los adultos de reconocida posición social; por otro, un ejemplo del gremialismo (en este caso, estudiantes) acogido a una advocación religiosa, lo que era fomentado por la legislación social de la posguerra. En sus primitivas reglas había un límite de edad para seguir perteneciendo a la junta de gobierno.

En 1942 efectuó su primera salida procesional, pero con la imagen de Jesús Nazareno de las Lágrimas que se veneraba en la iglesia de la Pastora (imagen que años después pasó a ser titular de la Hermandad de Jesús de la Misericordia). En 1943 salió por primera vez la imagen actual y un año más tarde las restantes que forman el conmovedor misterio, todas ellas obras de Antonio Castillo Lastrucci. En 1944 fueron aprobadas sus reglas y erigida canónicamente en la citada iglesia del Santo Cristo de la Vera Cruz.

Hermandad de los Estudiantes

Fue la primera cofradía isleña que procesionó el Lunes Santo. En sus primeros años, celebraba cultos internos en enero, en la festividad del Dulce Nombre de Jesús. En la década de los 40 promovió y sostuvo un concurso local de saetas, siendo la primera corporación isleña en organizar un evento de esta índole.

Renovada en la década de 1950, la hermandad fue desde entonces pionera e innovadora en numerosos aspectos, convirtiéndose en modelo a imitar para otras cofradías isleñas. En 1960 estrenó el primer paso dorado que tuvo la hermandad y el primero de esta modalidad visto en San Fernando, realizado en los talleres sevillanos de Pérez Calvo. A partir de 1974 organizó un concurso literario para jóvenes, original y único en su género, que acabaría siendo de ámbito nacional y adquiriendo reconocido prestigio en el mundo de las letras: el premio «Padre José María Franco». En 1977, casi cuarenta años después de su fundación en la vieja capilla, se trasladó al nuevo templo parroquial del Santo Cristo. En 1978 recibió el título de Sacramental. En 1979 los titulares fueron restaurados por Juan Abascal. En 1989 celebró con brillantez su cincuentenario fundacional, organizando actos culturales de relevante calidad.

Hermandad de los Estudiantes

En los últimos veinte años del siglo XX, la Hermandad alcanzó verdaderas cotas de esplendor a base de seriedad, ejemplaridad y una estación de penitencia que es modelo de sobriedad, devoción y estética cofrade, y en la que ha ido introduciendo novedades que han sido posteriormente adoptadas por otros cortejos isleños. A principios de la década de 1990 emprendió la realización de un nuevo y portentoso paso neobarroco para el misterio, una de las piezas artísticas más sobresalientes de la Semana Santa isleña, estrenado en 1993 y completado en talla, dorado e imaginería por fases en los años sucesivos.

En cabildo celebrado en noviembre de 2001 se aprobó añadir al misterio una imagen de san Juan Evangelista, para la Semana Santa de 2002, plasmándose así parte de la idea originaria que concibió la hermandad en sus años fundacionales.

Virgen de la Caridad

Hermandad de la Virgen de la Caridad

Desde finales del siglo XVIII existía en la iglesia del hospicio de los franciscanos una imagen titulada Nuestra Señora de las Angustias, pequeño grupo escultórico que representaba la estremecedora iconografía de la Piedad o de la 13ª estación del Vía Crucis.

Durante la posguerra, en el año 1942, un grupo de jóvenes decidió fundar una cofradía en torno a esa imagen con el título de «Nuestra y Madre y Señora la Virgen de las Angustias en la Sagrada Mortaja de Nuestro Señor». Por la similitud de este misterio con el de la Virgen de la Caridad, patrona de la ciudad de Cartagena, se solicitó el concurso y apoyo de los convecinos de origen cartagenero, bajo cuya influencia se resolvió finalmente titular a la cofradía con la advocación de Nuestra Madre y Señora la Santísima Virgen de la Caridad.

Desde sus inicios contó con el apoyo moral del párroco D. Recaredo García Sabater, que sería director espiritual de la hermandad durante muchos años. El Domingo de Resurrección 5 de abril de 1942 se iniciaron oficialmente las gestiones conducentes a la fundación de la hermandad. El día 8 de noviembre de ese año se celebró la junta constitutiva de la cofradía, siendo designado prioste Rafael Urréjola Aranda, quien desempeñaría este cargo durante 27 años (1942-1969).

Deseosa la junta de efectuar la salida procesional en la Semana Santa del año siguiente, encargó el grupo escultórico de los sagrados titulares a Antonio Bey Olvera, escultor isleño y miembro de dicha junta, quien lo entregó en febrero de 1943. Las imágenes fueron bendecidas solemnemente el 11 de abril siguiente.

Hermandad de la Virgen de la Caridad

La primera salida procesional tuvo lugar el Martes Santo 20 de abril de 1943. Fue la primera cofradía isleña que procesionó ese día de la Semana Santa con regularidad; en décadas anteriores lo habían hecho ocasionalmente las hermandades de Vera Cruz y Columna. La influencia cartagenera siguió evidenciándose en los primeros años: p. ej., en la iluminación por energía eléctrica tanto del paso (característico durante cincuenta años 1943-1993) como de los cirios que portaban los penitentes. El primer paso que usó la hermandad fue uno adquirido en 1942 a la hermandad de Jesús Nazareno; el siguiente fue construido en los talleres de la Sociedad Española de Construcción Naval; el tercer, plateado, es de orfebrería cordobesa (talleres de Angulo, en Lucena).

Durante el mandato de Enrique Quijano Cantaloba (1969-1979), la Hermandad se consolidó, fue abandonando su estética cartagenera y adoptando su peculiar identidad, y adquirió además la mayor parte de sus insignias y enseres. Desde los años 70, la Cofradía emprendió una fructífera aproximación a su barrio, incluyendo en el itinerario de la procesión calles características del mismo como Lope de Vega, San Marcos y, ya en la década de 1980, las Siete Revueltas. El popular y bullicioso discurrir de la hermandad por la calle Lope de Vega (popularmente, Comedias), ya en la madrugada del Miércoles Santo, inspiró al escritor isleño Enrique Montiel su novela «Calle Comedias» (1987).

Hermandad de la Virgen de la Caridad

En la década de 1990, la cofradía pasó por momentos francamente difíciles a causa de la restauración de la talla de la Virgen y de las enojosas secuelas que este asunto originó. La imagen titular fue sometida a un proceso de restauración y consolidación en 1992 ante el grave estado de conservación en que se encontraba, tras obtener las pertinentes licencias de la autoridad eclesiástica. La restauración motivó que los herederos de Antonio Bey, escultor de la imagen, demandaran en 1993 tanto a la hermandad como al restaurador. La Justicia falló en 1994 a favor de los herederos de Bey, condenando tanto a la hermandad como al artista restaurador a restituir la imagen a su estado anterior. Una sentencia dictada en recurso en 1995 confirmó el fallo antecedente. Este penoso suceso concluyó en febrero de 1996, cuando la Virgen de la Caridad, remodelada para serle devuelto su aspecto anterior en la medida de lo posible, fue situada de nuevo en su altar.

Igualmente en los últimos años, a raíz de la celebración de su cincuentenario fundacional (1992) ha emprendido una meritoria labor de renovación artística y enriquecimiento de su patrimonio en bordados, orfebrería y otros enseres. El obispado le concedió el título de Sacramental en 1996. La imagen del Cristo que yace en el regazo de la Virgen de la Caridad, que había carecido de denominación concreta, fue titulado en 2004 como Cristo de la Salvación en el Misterio de su Sagrada Mortaja, adoptando así parte del título originario fundacional. La Hermandad venera también a la imagen gloriosa de la Virgen de los Remedios, antigua titular del hospicio franciscano.

Oración en el Huerto

Hermandad de la Oracion en el Huerto

Fue la primera cofradía de penitencia establecida en la iglesia de la Divina Pastora y prácticamente la segunda asociación seglar después de la centenaria hermandad de la titular del templo.

Un grupo de fieles encabezado por Francisco Castañeda presentó un memorial al obispo el 11 de mayo de 1943 solicitando autorización para organizar y fundar en la capilla de la Divina Pastora la cofradía del Señor de la Oración en el Huerto, considerándola muy necesaria para intensificar el culto en dicha iglesia. Por decreto fechado en Cádiz el 4 de junio siguiente, se autorizó la constitución de una junta pro cultos interno y externo, entretanto no se erigía definitivamente dicha hermandad conforme a unos estatutos que dicha junta habría de redactar y someter a su aprobación.

Hermandad de la Oracion en el Huerto

La imagen del Señor fue tallada en ese año 1943 por el artista local José Luis García Ramos, saliendo en procesión por primera vez el Martes Santo de 1944. Ese mismo año, una nueva junta acordó trasladar su sede a la Iglesia Mayor Parroquial con el apoyo del párroco D. Camilo García Valenzuela, alegando ser este traslado conveniente para el mayor provecho espiritual de los congregantes, lo que contrasta con la necesidad que hubo al principio de crearla en la Pastora para fomentar el culto en esta iglesia. En cualquier caso, tras los informes y asesoramientos oportunos, el obispo D. Tomás Gutiérrez Díez decretó en 1945 la erección canónica en la iglesia de la Pastora (no en la Iglesia Mayor, como se pretendió en segunda instancia) de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Orando en el Huerto y aprobó sus estatutos, redactados en 1943 y presentados para su examen en febrero del año de su aprobación.

Hermandad de la Oracion en el Huerto

Desde finales de los años cuarenta y durante la década de los cincuenta, la cofradía se vinculó y contó con la protección benefactora de la Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos de esta ciudad.

Al poco tiempo de su creación, la Hermandad sustituyó la imagen primitiva por un grupo escultórico formado por el Señor orante y un ángel confortador, procedente de los talleres de Olot (Gerona), de escaso valor artístico y similar al que procesionaba o procesionaría en otras localidades de la diócesis (p. ej. Tarifa, San Roque, La Línea). En la década de 1960 esta segunda imagen gerundense fue sustituida por la inicial, bien que retocada y despojada de su realismo originario. El ángel continuó siendo el de Olot, hasta el año 1971 en que se incorporó el actual titulado de la Amargura, salido de los talleres sevillanos de Castillo Lastrucci. En 1983-1984 la imagen del Señor fue profundamente restaurada por Berraquero, buscándose una mayor similitud con la originaria de García Ramos, ganando en expresividad.

Hermandad de la Oracion en el Huerto

La Cofradía acordó en 1947 adoptar la imagen de una dolorosa existente en la iglesia de la Pastora, talla de mucho mérito artístico, del siglo XVIII, de autor anónimo, atribuida por algunos expertos a Luisa Roldán «La Roldana». Se eligió para ella el título de Nuestra Madre la Virgen Santísima en su Primer Misterio Doloroso, advocación muy apropiada y en consonancia litúrgica con el titular de esta primera hermandad de penitencia de la iglesia de la Pastora, ya que, como es bien sabido, el primer misterio doloroso del rosario es precisamente la oración en el huerto de Getsemaní. Sin embargo, en 1952 se cambió esta advocación por la definitiva de Gracia y Esperanza que desde entonces ostenta esta bellísima imagen mariana. Igualmente ese mismo año se acordó someter la talla de la Virgen a restauración, dado su estado de deterioro, encargándose este cometido al ya mencionado artista sevillano Castillo Lastrucci, quien la entregó restaurada a principios de 1953.

La primera salida procesional de la Virgen de Gracia y Esperanza tuvo lugar en ese mismo año de 1953 en un sencillo paso sin palio. En la Semana Santa de 1957 se estrenó un nuevo paso para la Virgen. Las andas de la cotitular fueron enriqueciéndose poco a poco, hasta que en 1975 pudo estrenar un paso de palio nuevo.

Hermandad de la Oracion en el Huerto

Bajo el mandato de las juntas de gobierno presididas por Ignacio Bustamante Morejón (1975-1995), la inicialmente modesta Hermandad de la Oración del Huerto se transformó en una cofradía emprendedora y muy popular, renovando el calendario de cultos y recorriendo en procesión fervorosa y nutridísima el viejo barrio de la Pastora, convirtiéndose así en una de las cofradías isleñas que más hermanos tiene inscritos y una de las que más penitentes saca en la procesión anual. Así mismo abordó una amplia renovación y enriquecimiento en el ajuar de las imágenes titulares y en los enseres procesionales, lo que continúa en la actualidad. Desde los años ochenta, la Hermandad también rindió cultos al beato Marcelo Spínola Maestre, cardenal arzobispo de Sevilla, natural de esta ciudad de San Fernando.

La cofradía conmemoró brillantemente su cincuentenario fundacional en 1993. Un año antes, en 1992, solicitó al obispado de Cádiz la coronación canónica de la Virgen de Gracia y Esperanza, petición que fue denegada en principio. No obstante, la cima del tesonero ascenso e innegable popularidad de esta cofradía se alcanzó en 2006, cuando la venerada y bella imagen cotitular fue por fin coronada canónicamente por el Obispo de Cádiz en el curso de una solemne ceremonia.

Medinaceli

Hermandad de Medinaceli

La devoción a Jesús de Medinaceli en San Fernando tuvo un antecedente concreto en la imagen de esta advocación donada en 1928 por la viuda de Lora Ristori a la iglesia de San Francisco. En este templo castrense comenzó a recibir cultos regularmente y a ser expuesta a la veneración de los fieles los primeros viernes de cada mes, ganando una apreciable devoción.

Ya en la posguerra, un grupo de fieles isleños (entre ellos, varios excautivos de la contienda civil) decidieron fundar una cofradía en torno a una imagen de Jesús de Medinaceli tallada por José Romero Murillo, discípulo de Castillo Lastrucci, que se veneraba en el oratorio del domicilio de la familia Nieto. En esta decisión influyó sin duda el ejemplo de la hermandad de Medinaceli gaditana, fundada durante la guerra para dar culto a una imagen tallada por Láinez que reproducía la devotísima efigie de Jesús Cautivo y Rescatado (o Cristo de Medinaceli) del convento de capuchinos de Madrid, devoción cuyo origen se debe en verdad a la orden de los PP. Trinitarios y que fue muy propagada en esos años de la posguerra, propiciando decisivamente la fundación o reorganización de numerosas cofradías homónimas en varias ciudades andaluzas (Málaga, Córdoba, Cádiz, Algeciras, Sanlúcar).

La hermandad isleña fue fundada en 1945 y erigida en la Iglesia Mayor Parroquial en 1946 por el obispado. Dio bien pronto elocuentes pruebas de su vida piadosa que la convirtieron, entre las cofradías fundadas en la posguerra, si no en la más pujante sí en la que más fervor suscitó entre los fieles, sobre todo por el hondo arraigo de la imagen titular, como se ha puesto de manifiesto desde entonces en sus cultos cuaresmales y en la crecida penitencia que acompaña a Jesús de Medinaceli cada año en su salida procesional.

Hermandad de Medinaceli

La inquietud y el afán de superación de esta cofradía le llevó a emprender señalados cambios y variaciones a lo largo de su historia. En 1948 fue bendecido un altar para la imagen construido por los talleres de la E.N. «Bazán» y situado en una de las antiguas puertas laterales del templo; en 1959 se bendijo otro de mayores dimensiones y envergadura, tallado por el artista sevillano Guzmán Bejarano, siendo la única cofradía isleña que emprendió y materializó el ambicioso proyecto de tallar un retablo neobarroco para su imagen titular.

Después de cuarenta años cerrando las procesiones del Domingo de Ramos, pasó en 1984 a abrir las del Lunes Santo, variando totalmente su itinerario habitual. En los años 1980 sustituyó los tradicionales hábitos de color rojo y negro de los penitentes por otros con los colores de la cruz de la orden trinitaria, rojo y azul, en un intento quizás de aproximarse a los orígenes históricos de la advocación titular, para volver no obstante a retomar los colores fundacionales en 1995 con motivo de la conmemoración del cincuentenario fundacional.

A partir de los años 80 la Hermandad adquirió mayor relieve con la concesión de los títulos de Sacramental (1978, recuperando la antigua denominación de Esclavitud del Santísimo, de rancio sabor isleño) y el glorioso de la Inmaculada Concepción (de no menos tradición local, pues se remonta a la vieja parroquia del castillo). En 1984 aumentó sus devociones, enriqueció su procesión y cobró más auge con la primera salida de la Virgen de la Trinidad, hermosa y fina talla obra de Alvarez Duarte (1979), en un austero a la vez que elegante paso de palio de corte neorrenacentista y de estilo «cajón» (líneas rectas, rectangulares, cerradas). Igualmente estrechó lazos con la Orden Franciscana Capuchina, con la que tiene carta de hermandad (1988).

Hermandad de Medinaceli

El obispado aprobó en 2004 la fusión entre esta devota cofradía de penitencia y la antigua Esclavitud del Santísimo y Archicofradía de las Benditas Ánimas, que había sido fundada en la Parroquia del Castillo en 1733, que radicaba en la primera capilla de la nave del Evangelio de la Iglesia Mayor Parroquial desde 1766, y que tuvo épocas de mucho esplendor en la segunda mitad del siglo XVIII y primer tercio del XIX, reorganizándose en 1909.

Perdón

Hermandad del Perdón

A principios de 1953 surgió la atractiva y apropiadísima idea de fundar una hermandad del Cristo de los Navegantes con sede en la recientemente creada parroquia de la Inmaculada Concepción (cuya jurisdicción comprendía el marinero barrio de la Casería de Ossio y la población naval militar de San Carlos) con el ánimo encomiable de agrupar y hermanar a marinos de guerra, pescadores, gentes de la mar en definitiva, y con la finalidad social de atender a los pobres el barrio.

La naciente Cofradía de los Navegantes decidió dar culto a Jesús Crucificado bajo ese título, saliendo en procesión en la madrugada del Viernes Santo, rezando las catorce estaciones del Vía Crucis y llevando a la imagen titular sobre un modesto paso sin más acompañamiento musical que un par de tambores marcando el ritmo. En el origen de esta cofradía también influyó el prototipo severo y ejemplar de la Hermandad de la Vera Cruz, que antaño había sido también hermandad gremial de los navegantes y cuyos estatutos sirvieron de modelo a aquella.

La cofradía fue erigida canónicamente y aprobados sus estatutos en mayo de 1953, siendo elegido Manuel Quijano Párraga como primer hermano mayor. En el entretanto se había decidido modificar la advocación primitiva del titular así como el día de salida, aunque permaneció la idea básica de que la salida procesional consistiera en el rezo del Vía Crucis por las calles de la feligresía. Nació entonces la cofradía de penitencia del Santísimo Cristo del Perdón.

Hermandad del Perdón

En julio de ese mismo año se encargó la imagen titular al escultor isleño Antonio Bey Olvera, quien la entregó ocho meses después. El Cristo del Perdón fue bendecido el 21 de marzo de 1954, al mismo tiempo que un nuevo altar lateral donde sería colocado a la veneración de los fieles. La corporación también dispuso en sus primeros años de un local social en la calle San Roque de su apartado barrio.

La Cofradía salió por vez primera en la tarde del Jueves Santo de 1954, rezando las estaciones del Vía Crucis, según lo previsto en sus reglas, y llegando hasta la calle San José y San Antonio. Al año siguiente amplió su recorrido hasta la calle Ancha, itinerario éste que mantuvo ya durante décadas. En 1956 retomó la idea original de salir el Viernes Santo, aunque por la tarde, haciéndolo así durante unos pocos años, hasta que volvió de nuevo al Jueves Santo. Desde el principio, sus penitentes (siempre de riguroso hábito negro y cíngulo blanco) se distinguieron por salir portando grandes rosarios y unas características cruces en lugar de cirios.

Por espacio de un cuarto de siglo la hermandad mantuvo su estilo ascético, sobrio y sus peculiaridades distintivas: vía crucis procesional, cruces en lugar de cirios, e itinerario sólo hasta la calle Ancha, sin llegar a pasar por la carrera oficial como el resto de las cofradías, en razón de la lejanía de su barrio del centro de la ciudad.

Hermandad del Perdón

Tras pasar por una crisis en la década de 1970, la Hermandad se ha consolidó y al propio tiempo evolucionó y emprendió una serie de novedosas y valientes reformas: en 1983 llegó por primera vez a la carrera oficial, en el centro de la ciudad, haciéndolo desde entonces ininterrumpidamente bien que a través de diversos itinerarios; en 1985 fue bendecida la imagen de la Virgen de la Paz, cotitular de la asociación, que todavía no procesiona; en 1994 estrenó un magnífico paso neobarroco; en 1997 decidió llevar tras el paso una agrupación musical, prescindiendo del tradicional y sobrio ritmo de tambores, etc.

Pero estas innovaciones las ha conjugado acertadamente con las raíces que determinaron su fundación y los pilares que sostuvieron su historia: espíritu austero, rezo de las estaciones del vía crucis durante la procesión, vínculos con las gentes y profesionales de la mar (ejemplificado en el nombramiento del Tercio del Sur de Infantería de Marina como hermano honorario) y compromiso social con su periférico barrio.

Ecce Homo

Hermandad Ecce Homo

Fue la segunda hermandad de penitencia fundada en la parroquia de la Divina Pastora. Ya en 1953 se intentó crear una hermandad patrocinada por los comerciantes isleños con la denominación de Señor del Gran Poder y Virgen de la Salud. Pero fue en 1954 cuando se formó una Junta pro Cultos integrada por comerciantes, a iniciativa de Guillermo Suárez Torrejón, que desembocaría en la fundación de la cofradía que nos ocupa. La corporación fue aprobada por el obispado en decreto fechado el 26 de diciembre de 1955 y bajo el título de Hermandad de Caridad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús del Ecce Homo y Nuestra Señora de la Salud.

Su finalidad era doble: dar culto al pasaje evangélico de la Presentación al Pueblo, de secular raigambre en la ciudad de Cádiz pero del que carecía la Semana Santa de San Fernando, y fomentar la caridad cristiana entre los hermanos y vecinos de la feligresía pastoreña con socorros pecuniarios y visitas domiciliarias. La adopción del título de Virgen de la Salud para la cotitular recuperó, quizás inconsciente pero acertadamente, una vieja advocación mariana de hondo aroma isleño. A causa de la profesión de sus fundadores, la Hermandad fue conocida desde sus inicios por el nombre vulgar de «la del comercio», sobrenombre que hoy día ha caído en desuso y tal vez ha perdido razón de ser.

En los primitivos estatutos se preveía efectuar la procesión el Miércoles Santo. Sin embargo, la primera salida procesional tuvo lugar el Martes Santo de 1958, integrado el paso del Ecce Homo en el cortejo de la Cofradía de la Oración en el Huerto. Pasó luego a efectuar la procesión el Lunes Santo, día en el que se ha mantenido hasta la actualidad. Los penitentes vestían y visten túnica y antifaz crema, capa y cíngulo rojo, como los de la cofradía del Ecce-Homo gaditano. En los años 70, fue la primera hermandad que quebró la uniformidad en los hábitos penitenciales, pues las secciones de penitentes de la Virgen estrenaron túnica y antifaz blancos y escapulario azul, colores muy marianos, conjunto inspirado en el de la Hermandad de los Negritos de Sevilla.

Hermandad Ecce Homo

La primera imagen titular, obra del artista gaditano Láinez Capote (1957), fue reputada como de escaso mérito artístico, aunque digna, por la Comisión Diocesana de Arte Sacro; el mismo Láinez también talló las de Poncio Pilato y el soldado romano. Una segunda efigie de Pilato fue realizada en 1964 por José Andrés Antúnez. Más adelante, la Hermandad adquirió una talla anónima de dolorosa que fue advocada con el título de la Salud y que nunca llegó a procesionar, aunque sí se le rindieron diversos cultos. Las efigies del paso de misterio fueron sustituidas en 1968 por otras labradas en los talleres sevillanos de Castillo Lastrucci y que eran reproducciones, aunque de inferior calidad, del magnífico y teatral grupo escultórico de la Presentación al Pueblo que Lastrucci gubiara para la hermandad sevillana de San Benito. La segunda imagen del Cristo del Ecce Homo fue restaurada y retocada en 1984 por Alfonso Berraquero.

Este artista isleño fue el autor de la nueva imagen de la Virgen de la Salud (1974), primera imagen de una dolorosa salida de sus manos, que llamó poderosamente la atención por su belleza y su expresión contenida. Las primitivas imágenes titulares fueron donadas en 1976 a una hermandad del Ecce Homo de la localidad de Lanjarón (Granada).

En 1970, la Cofradía estrenó un nuevo paso neobarroco y dorado para el misterio, el tercero de estas características que procesionó en la Semana Santa isleña y que aportó a la procesión anual un empaque y una estampa muy peculiares.

Hermandad Ecce Homo

La Virgen de la Salud salió en procesión por primera vez en 1978, estrenando palio cuatro años después. En 1984, la Hermandad tuvo la idea original de que la Virgen fuera acompañada en su paso por un angélico san Juan Evangelista, obra también de Berraquero. Fue el único paso de palio de San Fernando con esta singularidad durante casi un par de décadas.

En la última década del siglo XX, la Hermandad emprendió una renovación y engrandecimiento del paso de misterio incorporando al mismo cinco nuevas imágenes, obras todas ellas del citado Berraquero: Barrabás, Claudia Procula y un Sanedrita (las tres de 1993), un Esclavo etíope (1995) y finalmente un Soldado romano (2003) que sustituyó al de Castillo Lastrucci. Estas nuevas figuras dotaron de indiscutible expresividad y plasticidad al conjunto.

La Hermandad del Ecce Homo celebró en 2006 el cincuentenario de su fundación, culminándolo con la publicación de un libro sobre su medio siglo de historia.

Misericordia

Hermandad de la Misericordia

La Cofradía se fundó en 1957 por un grupo de jóvenes encabezados por su profesor Francisco Castañeda. Fue la tercera y última hermandad de penitencia fundada en la parroquia de la Divina Pastora. Entre las ideas embrionarias se consideró la de fundar una cofradía de la Sagrada Lanzada. Los fundadores repararon finalmente en la imagen de Jesús Nazareno de las Lágrimas que había protagonizado en 1943 la primera salida procesional de la Hermandad de los Estudiantes establecida en el Santo Cristo, imagen que inspiraba mucha devoción entre los fieles del barrio.

Jesús de las Lágrimas se veneraba desde tiempo inmemorial en la tercera capilla de la nave de la epístola de la iglesia pastoreña. Su origen se desconoce. Tardíamente aparecieron leyendas acerca de que esta sagrada imagen se había venerado en la primitiva iglesia parroquial del castillo y de que había sido conocido como el Cristo del Buen Viaje o de los Navegantes. Esto debe reputarse como una confusión, un traspaso de advocación con la pequeña pero muy meritoria imagen del Cristo de la Buena Muerte (o de los Molinello) que se veneraba en la capilla contigua y cuyo titulo oficial sí era el del Buen Viaje.

En cualquier caso, los fundadores se decidieron finalmente por dar culto a este Nazareno en el pasaje evangélico del Encuentro de Jesús en su camino al Calvario con las santas mujeres, más el apócrifo de la santa mujer Verónica. De hecho la primera y fugaz advocación elegida para la Virgen cotitular fue Nuestra Señora del Encuentro.

El título definitivo adoptado fue el de Nuestro Padre Jesús de la Misericordia, María Santísima de la Piedad y santa mujer Verónica. Recién fundada pasó por graves dificultades cuyas consecuencias pesaron sobre la hermandad en sus primeros años. Hasta 1969, trece años después de su fundación, no fue aprobada y erigida canónicamente por el obispo Añoveros. En los años de 1960 intentó también constituirse como gremial de la sanidad local.

Hermandad de la Misericordia

A partir de su erección canónica, la Hermandad de la Misericordia experimentó un despegue vigoroso. En pocos años se transformó en una de las hermandades más ejemplares, destacadas y aventajadas de San Fernando, haciendo de su procesión una de las más elegantes, vistosas y de mayor riqueza estética. Su entusiasta actividad le valió en 1975 la concesión de los títulos de Fervorosa y Devota, además del de Sacramental, siendo la primera cofradía de penitencia isleña en ostentar este título eucarístico. Todo este proceso alcanzó un hito con las celebraciones de su XXV aniversario en 1982 que culminaron con la procesión conmemorativa de su titular sobre el paso en diciembre de ese año, estampa irrepetida e insólita en San Fernando.

Efectuó la primera salida procesional el Miércoles Santo de 1958, sólo con el Señor, pasando el año siguiente a procesionar el Lunes Santo y continuando en este día durante 18 años. En 1978 trasladó su procesión al Jueves Santo por armonizar más con su carácter de sacramental. En 1960 se incluyó en el paso una talla de la Verónica obra del escultor gaditano Láinez Capote. En 1962 se añadieron las de las Santas Mujeres, que antes habían sido las tres Marías que figuraban antiguamente en el calvario de la hermandad de la Expiración.

Con todo, la iconografía del paso de misterio quedó fijada definitivamente en 1966: Jesús de la Misericordia cargado con la cruz, ayudado por Simón de Cirene, mientras la santa mujer Verónica enjuaga con un paño el rostro del Redentor. El hermoso paso de misterio dorado y neobarroco fue tallado por Guzmán Bejarano y estrenado en 1967. La Virgen de la Piedad salió por primera vez en 1982, ya en su paso de palio, que ha sido enriquecido magníficamente por la hermandad en años sucesivos hasta convertirlo en uno de los mejores y de mayor prestancia de la Semana Santa isleña.

La Hermandad celebra los cultos internos siguientes: primeros viernes de mes, besapié al Señor el primer viernes de marzo, vía crucis cuaresmal con la imagen del Señor por las calles de la feligresía muy concurrido y devoto, función solemne a la Virgen el 8 de diciembre. Sobre todo, desde 1976, organiza una procesión eucarística en la octava del Corpus Christi por las calles del barrio de la Pastora, primero bajo palio y desde 1980 en paso de custodia (Corpus chiquito).

Hermandad de la Misericordia

En cuanto a las sagradas imágenes, el Divino Nazareno de la Misericordia era primitivamente una talla de candelero anónima, de finales XVIII, que guardaba cierto parecido con las otras antiguas imágenes del templo pastoreño. Sufrió una serie de restauraciones y retoques que desvirtuaron su aspecto y postura originales. La intervención más importante en este sentido fue la realizada en 1967 en los talleres sevillanos de Castillo Lastrucci, a raíz de un incendio fortuito en su altar de cultos. Treinta años después, en 1996, fue radicalmente restaurada por Alfonso Berraquero quien le talló un cuerpo completamente nuevo, más dinámico y adecuado, le devolvió su aspecto y postura originales e incluso rescató su hermoso rostro primitivo.

La Virgen de la Piedad es una preciosa imagen de Alvarez Duarte (1975), la primera de las tres que este artista talló para San Fernando y uno de sus mejores trabajos. Simón Cireneo y la Verónica son imágenes de Castillo Lastrucci (1966), la segunda muy transformada por Berraquero (1977).

La Armada española tiene el título de Hermano Honorario de esta confraternidad, en razón de la pretendida advocación de los Navegantes que se piensa ostentó antiguamente el Nazareno de la Pastora.

Cristo Rey

Hermandad del Cristo Rey

Ya en 1948 hubo un intento frustrado de fundar una cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén, cuya procesión pretendió salir el Domingo de Ramos de ese mismo año desde la Iglesia Mayor Parroquial portando palmas y olivos.

Este pasaje evangélico, de secular tradición en la Semana Santa de capitales como Sevilla o Málaga, fue desconocido en la mayoría de las ciudades cofradieras andaluzas hasta las fundaciones de la posguerra. En la creación de la cofradía isleña influyeron sin duda las hermandades de Puerto Real (1944) y Jerez (1949), ambas tituladas igualmente de Cristo Rey en su Triunfal Entrada en Jerusalén y Virgen de la Estrella, y ambas fundadas en los templos de escuelas lasalianas, bajo los auspicios de los hermanos de La Salle.

La hermandad isleña se fundó definitivamente en 1963 a iniciativa de un grupo de antiguos alumnos del Colegio de La Salle de la calle Real, encabezados por José Luis Sánchez Bea y estimulados por la propia congregación religiosa de La Salle, particularmente por el entonces director, hermano Luis Sierra. Aprobada la Junta pro Cultos, fue su presidente el citado Sánchez Bea, quien también sería el primer hermano mayor desde que la asociación quedó erigida canónicamente. Esta hermandad fue la última de las fundadas a partir de la posguerra y, por lo tanto, fue la más joven de las corporaciones nazarenas isleñas durante mucho tiempo.

Desde sus inicios y como era de esperar, la corporación estuvo muy vinculada al Instituto Lasaliano y al Colegio de La Salle isleño, costeando becas de estudios para alumnos del colegio, prestando ayuda económica (p. ej. para el fomento de vocaciones religiosas) y colaborando en todo con la obra lasaliana. El binomio escuela-cofradía funcionó tan satisfactoriamente que fue ejemplo para otras hermandades también tituladas Entrada en Jerusalén de Cristo Rey y Virgen de la Estrella fundadas en escuelas de La Salle de la diócesis, como la de Chiclana (1979).

Hermandad del Cristo Rey

Sin embargo, tan estrechos lazos se aflojaron en la década de 1990. Finalmente el cierre de la capilla del Colegio obligó a la Hermandad a trasladarse en 1997 a la parroquia diocesana de San Francisco, a cuya jurisdicción pertenecía. Desde entonces, busca asentarse y consolidarse en su nueva sede.

La primera salida procesional la efectuó el Domingo de Ramos de 1965, con sólo el paso de misterio. En 1982 salió por primera vez en la procesión la imagen de Nuestra Señora de la Estrella en paso de palio. Durante 17 años, la procesión salía de la puerta principal del Colegio de La Salle. Cuando la Virgen de la Estrella se incorporó a ella, el paso de palio tuvo que componerse durante dos años bajo unos toldos en el callejón del Marqués de Ureña (al estilo malagueño, en cierto modo), incorporándose desde allí al resto de la procesión que continuaba saliendo por la puerta del colegio.

En 1984 se labró una nueva puerta en la capilla del colegio, contigua a la principal, para facilitar la salida del paso de palio; desde entonces dicha capilla llevó oficiosamente el título de Virgen de la Estrella. En 1997, debido al estado ruinoso de la capilla, la procesión del Domingo de Ramos se efectuó provisionalmente desde la Iglesia Mayor Parroquial. Luego ocurrió el antedicho cierre definitivo del templo y, desde la Semana Santa de 1998, la cofradía se vio precisada a salir de la parroquia de San Francisco.

El rasgo principal de esta Hermandad fue y sigue siendo su arraigo entre los niños, la mayoría estudiantes lasalianos, que siempre le han dado un sello característico. La procesión la componen, en efecto, niños y niñas vestidos a la usanza hebrea, portando palmas (como en casi todas las demás hermandades andaluzas de «la Borriquita»), que acompañan al paso de misterio; y hermanos vestidos a la manera tradicional de los penitentes, que hasta 1983 también portaron palmas y desde 1984 cirios, formando las secciones del paso de palio.

Hermandad del Cristo Rey

La confraternidad ha venerado tres imágenes de Cristo Rey a lo largo de su historia. La primera imagen fue labrada por el imaginero jerezano Tomás Chaveli, inspirándose en la misma que tallara para la hermandad homónima de Jerez (lo que parece confirmar la aludida influencia jerezana en la época fundacional). El Señor fue sustituido en 1972 por otro labrado por el artista isleño Salvador García Piñero, quien también talló un san Juan y una mujer hebrea (1976), permaneciendo el asno y el pollino que realizara Chaveli. Este conjunto escultórico procesionó durante más de veinte años. El actual grupo de Cristo Rey en su Entrada en Jerusalén es una meritoria obra del sevillano Juan Manuel Miñarro López, quien lo concluyó en tres fases: en 1994, el Señor sobre el asno, san Juan y un niño; en 1995, un anciano y una mujer con niño; y en 1996, los apóstoles Pedro y Santiago el Mayor.

La imagen de la Virgen de la Estrella, de ojos verdes y tez morena, es la segunda de las tres que talló Luis Alvarez Duarte para cofradías de San Fernando y fue bendecida en 1978.

Gran Poder

A la Hermandad de Jesús del Gran Poder y Nuestra Señora del Amor le corresponde un triple mérito: el haber sido la primera cofradía de estética neobarroca tradicional creada en la ciudad después de tres lustros, el haber sido la primera cofradía isleña fundada en el reinado de Juan Carlos I y el haber sido la primera hermandad surgida en una de las nuevas barriadas construidas a partir de finales de los años sesenta.

En el antiguo manchón de Las Anclas o de Ricardos se edificaron bloques de viviendas para operarios de la E. N. «Bazán», en una época todavía de bonanza económica para la industria de construcción naval militar, tan esencial para la prosperidad de la ciudad. Se formó así una populosa barriada que fue titulada con el nombre de la citada empresa. Igualmente se habilitó un local para albergar a la parroquia de la Sagrada Familia, cuya feligresía abarcaba el nuevo barrio y el colindante de Carlos III.

La Hermandad nació a pesar del ambiente poco propicio de la época: eran los años de la crisis posconciliar de la Iglesia y de la agitada transición política del Estado, con la agravante y el inconveniente de surgir en un barrio de clase obrera cuyos residentes trabajaban mayoritariamente en un sector industrial ya en recesión y con un futuro incierto. A pesar de los inconvenientes, desde el primer momento se alistaron como hermanos numerosos vecinos de la barriada. Fue una muestra más del movimiento asociativo que bullía en esos años en el seno de la nueva parroquia. Desde entonces, la Hermandad ha contado siempre con el apoyo y el fervor de la barriada, plenamente identificada con su cofradía.

La confraternidad se fundó en 1977. En un principio, al parecer, se pensó constituir una hermandad titulada de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas y Nuestra Señora de la Esperanza. Sin embargo, puestos en contacto con el artista sevillano Dubé de Luque para encargarle las imágenes titulares y ante la grata impresión causada por la imagen de un Jesús Nazareno del mismo autor, talla que recordaba en su ademán y en su postura a la veneradísima imagen sevillana con la cruz a cuestas que tallara Juan de Mesa, se acordó el cambio de advocación del titular, pasando a denominarse Nuestro Padre Jesús del Gran Poder. Más adelante se mudó también la advocación mariana de Esperanza por la de Amor.

Ciertamente no era la primera vez que se creaba en San Fernando una hermandad bajo la advocación de Jesús del Gran Poder: en los últimos años de la década de 1960 hubo un intento de hacerlo así con la antigua y meritoria imagen de Jesús Nazareno de la iglesia conventual del Carmen.

A finales de ese mismo año de 1977, el obispo D. Antonio Dorado decretó la constitución oficial de la Junta Pro-Cultos de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y Nuestra Señora del Amor. En 1979 fueron presentados los estatutos para su aprobación y en 1981 fue erigida canónicamente en la parroquia de la Sagrada Familia. En 1992 obtuvo el título de Sacramental.

Como queda dicho, las imágenes fueron labradas por el artista sevillano Antonio Dubé de Luque: la de Jesús del Gran Poder en 1977, la de la Virgen del Amor en 1978.

La primera salida procesional del Señor del Gran Poder tuvo lugar el Miércoles Santo de 1981. Es curioso advertir cómo las dos primeras corporaciones fundadas en la etapa contemporánea (Mater Amabilis y Gran Poder) eligieron para su salida ese día de la Semana Santa, en el que hasta entonces y durante décadas imperó en solitario la clásica y seria procesión de la Vera Cruz. En 1986 salió por primera vez la Virgen del Amor en un paso con palio de malla dorada, único en su género en esta ciudad, cuyos detalles ha ido completando y enriqueciendo sucesivamente.

Desde la primera salida, la Hermandad tuvo que hacer frente al reto de salvar la distancia con el centro de la ciudad en uno de los recorridos más largos de la Semana Santa fernandina; proeza que repite cada año airosamente. Una de las características más personales de esta cofradía es precisamente su itinerario, que discurre por parajes antes inéditos en la Semana Santa isleña: el puente de la Bazán (rotulado no hace muchos años como «Jesús del Gran Poder»), cruzado en sus primeros años tanto a la ida de su trayecto como a la vuelta y ahora sólo a su regreso, ya en la madrugada del Jueves Santo; la glorieta del General Lobo a la ida; la parte más oriental del barrio de la Pastora al regreso…

La Hermandad del Gran Poder también organiza cada 2 de agosto desde años atrás la procesión de gloria de la Virgen de los Angeles que recorre las calles de la parroquia de la Sagrada Familia. Una muestra más del estrecho maridaje entre la cofradía y la barriada que le vio nacer y le respaldó y apoyó hace ya un cuarto de siglo.

Prendimiento

En el año 1953 se inauguró el parque «Almirante Laulhé», primera zona verde de cierta entidad de la que pudo disfrutar la ciudad. Anteriormente, esa zona comprendida entre el antiguo callejón del Arenal y la vía férrea estaba ocupada por huertas (las de Bulpe y Caramé) y no había más edificaciones que las del Observatorio Astronómico, Torre Alta y el cementerio. Inmediatamente, a espaldas del flamante parque, comenzó la edificación de bloques de viviendas que constituyeron barriadas como «Caudillo Franco» y «Vilarrubí». Barriadas nuevas, pero no muy alejadas del centro urbano e histórico.

Para el auxilio espiritual de los vecinos de estas nuevas barriadas, se pensó en un primer momento erigir una parroquia en la entonces ya cerrada capilla de la Asunción o del Auditor (calle Isaac Peral), pero la idea no prosperó por dificultades insalvables. Finalmente se habilitó como parroquia, bajo el título de San José Artesano, un local de reducidas dimensiones que formaba parte de un colegio enclavado en el corazón de estas barriadas, instalación inapropiada que se pensaba iba a ser provisional pero que funcionó como parroquia durante dos décadas.

Por otro lado, una Hermandad del Prendimiento fue fundada en Cádiz en 1976. La Semana Santa de San Fernando carecía de este pasaje de la Pasión. A principios de la década de 1980, pues, hubo una primera tentativa infructuosa de fundar aquí una Hermandad del Prendimiento, si bien en la iglesia del Convento de las MM. Capuchinas. Luego se notó que la parroquia del barrio del Parque carecía de hermandad. Así que, siguiendo el precedente de la cofradía del Gran Poder, se planteó la necesidad de crear una cofradía que colaborara en la acción pastoral de la parroquia de San José Artesano y al tiempo dotara de identidad religiosa a un barrio relativamente nuevo. Pronto se iniciaron campañas para atraerse a los vecinos y así allegar fondos para los inevitables gastos.

Por fin, en 1982 se constituyó la Junta pro Cultos de Nuestro Padre Jesús del Soberano Poder en su Prendimiento y María Santísima del Buen Fin. La advocación elegida para el Señor fue la misma que la del titular de la hermandad homónima sevillana («Panaderos»). En su fundación fue determinante tanto la favorable disponibilidad del párroco D. Emilio González Amores, como el entusiasmo de su primer hermano mayor, Rafael Castañeda Salvatella, quien desempeñó el cargo durante quince años.

El Martes Santo de 1983 se efectuó solemne vía crucis con la imagen del titular por las calles de la feligresía. La primera salida procesional tuvo lugar el Martes Santo de 1984 con el paso del Prendimiento compuesto por las imágenes del Señor del Soberano Poder, san Juan Evangelista y el sayón, más un olivo. En esta primera ocasión, el paso y parte de los enseres y atributos procesionales fueron prestados generosamente por la Hermandad de Cristo Rey. La segunda salida procesional, en 1985, la efectuó con el antiguo paso de la Hermandad del Nazareno que adquirió, restauró y adaptó. Diez años después, el Martes Santo de 1995, salió por vez primera la Virgen del Buen Fin en un paso de palio muy completo. La imaginería el paso de misterio se ha ido concluyendo con otras tallas que mencionaremos seguidamente.

Todas las imágenes de la hermandad son obra del artista local Alfonso Berraquero García: Jesús del Soberano Poder y la Virgen del Buen Fin (ambas de 1983), san Juan Evangelista y el sayón (1983), san Pedro (1985), soldado del Sanedrín (1991) y Santiago el Mayor (2001); excepto la de Judas Iscariote (2001) que lo es de su discípulo Joaquín Domínguez Vidal.

La corporación mantuvo en sus primeros años lazos especiales con la Hermandad de Cristo Rey, la cual le prestó su asesoramiento en los momentos fundacionales, así como su paso, insignias y enseres en la primera salida procesional, como hemos mencionado. El hermanamiento entre ambas corporaciones se ponía de manifiesto cuando la Cofradía del Prendimiento incluía en su itinerario el paso por delante de la capilla de la Estrella para hacer estación en ella. La confraternidad «parqueña» también conserva desde su fundación estrechas relaciones con la comunidad de las Madres Capuchinas, en cuyo convento no ha dejado de hacer estación cada Martes Santo.

La Hermandad del Prendimiento, además de sus cultos de regla y de la procesión anual, organiza anualmente desde 1987 un pregón a la Virgen del Buen Fin, que tiene lugar después de la función que le dedica en diciembre. Desde 1999 ostenta el título de Sacramental. En 2007 conmemoró brillantemente su XXV aniversario fundacional.

En junio de 1998 fue consagrado y abierto al culto el nuevo templo parroquial de San José Artesano en la calle General García de la Herrán, situado en la zona alta del Parque. Las imágenes de la cofradía fueron trasladadas poco después a la nueva parroquia. Desde allí salió por primera vez el Martes Santo de 1999, después de catorce años efectuándolo desde el antiguo local parroquial. Esto supuso una remodelación del itinerario, principiándolo desde entonces directamente por el Parque. Este discurrir por esa zona verde de la ciudad ha sido siempre uno de los momentos más típicos y esperados de la procesión de esta joven cofradía.

Rosario Doloroso

Esta otra cofradía de la parroquia de San José Artesano, del barrio de Parque, se fundó también en 1982 por un inquieto y comprometido grupo de jóvenes que aglutinaba a cofrades procedentes de otras tentativas fundacionales que se malograron.

Salió por primera vez en la madrugada del Sábado Santo de 1985. Desde entonces cerró durante dos décadas las procesiones de Semana Santa de la ciudad, en lugar de la Cofradía de la Virgen de la Soledad que lo hacía así tradicionalmente. Fue erigida canónicamente en 1988, seis años después de su fundación.

De manera consciente o inconsciente, este grupo fundacional tuvo la loable y apropiada idea de restaurar la advocación mariana del Rosario, de seculares raíces en la ciudad por haber sido el título de la más antigua hermandad que hubo en la Isla de León. Pero rescató esta advocación con un decisivo matiz penitencial, doloroso.

La Cofradía nació, pues, por las mismas fechas que su hermana del Prendimiento. Sin embargo, fue concebida con un espíritu diametralmente opuesto, distinto y alejado de las características tradicionales de una hermandad andaluza neobarroca. Inspirada por sus lemas «Sin cruz no hay gloria ninguna» y «Rezad el rosario», la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario decidió ceñirse a una línea espiritual y estética de absoluto ascetismo y de austeridad extrema, como epígono quizás de la orientación iniciada en San Fernando por Mater Amabilis a imitación de antecedentes foráneos como las hermandades de Amor y Sacrificio de Jerez, Ecce Mater Tua de Cádiz, o del Vía Crucis del Cristo de la Salud de Córdoba.

En efecto, sus cultos internos son muy sencillos y devotos, y su procesión anual es un modelo de orden, seriedad y recogimiento. Desde el principio de su andadura histórica llamó poderosísimamente la atención por el novedoso y peculiar estilo de su impresionante estación de penitencia: riguroso silencio sólo rasgado por el rezo del santo rosario, oscuros penitentes sin capirote con el antifaz caído y una ruda soga atada a la cintura, insignias simplicísimas de madera sin orfebrería ni bordados lujosos, ausencia de música…

En lugar del acostumbrado paso, una sencilla parihuela de madera barnizada y sin labrar que es portada por 16 de los propios hermanos penitentes, alumbrada sólo por cuatro hachones y un foco dirigido hacia la sagrada imagen, y sin adornos ni exorno floral. La Virgen del Rosario figura sobre la parihuela sin más lujos que un aro de estrellas (ni corona, ni puñal, ni pañuelo) y sencillamente ataviada con túnica y manto sin bordar, en tonos claros, rosados, lo que contrasta vivamente con los matices oscuros que dominan y envuelven a todo el silente cortejo. Detrás de la Virgen suele figurar numerosa penitencia de fieles rezando el rosario.

La imagen de Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos es obra de Alfonso Berraquero (1983). Quiere representar la desolación de María tras la muerte de Cristo. Llama la atención por el expresivo patetismo de su rostro, en armonía con el espíritu de su cofradía.

Cuando ya ha transcurrido un cuarto de siglo desde su fundación, esta hermandad ha permanecido fiel a su línea de pobreza exterior y riqueza interior.

Desamparados

Nació esta hermandad en 1983 merced a un grupo de cofrades con acendrada vocación mariana y sensatas inquietudes sociales, las cuales pretendían desplegar a favor de los desamparados en general y de los ancianos acogidos al hospital asilo de San José en particular. Así pues, desde sus inicios se decidió dar culto primero a una imagen mariana, no a un pasaje de la Pasión (a la inversa que la mayoría de las cofradías), y desde el principio se acordó destinar el 50 % de sus ingresos a obras de caridad.

En agosto de 1985 fue aprobada la Junta pro Cultos bajo el título de Venerable Hermandad de Caridad y Cofradía de Penitencia de Nuestra Señora de los Desamparados y Santo Árbol de la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo. La Hermandad fue erigida canónicamente en la iglesia del viejo hospital de San José, dependiente de la parroquia diocesana de San Francisco, en 1988 y fueron aprobados sus estatutos con el título actual, sustituyéndose la denominación de Santo Árbol de la Cruz por la del Santísimo Cristo de la Sangre y añadiéndose como cotitular a san José.

La joven corporación merece el elogio de haber protagonizado tres felices recuperaciones históricas (aunque alguna de ellas sin continuidad) a lo largo de su todavía breve cronología: la neoclásica capilla del viejo hospital, la antigua talla dieciochesca de la Virgen de las Mercedes, el carácter de hermandad gremial de los profesionales de la sanidad.

Efectivamente, esta hermandad fue la primera que consiguió tener como sede canónica la iglesia del antiguo Hospital de San José, después de que muchas otras lo intentaran a lo largo de la historia cofrade local. Y además con el mérito añadido y la nota distintiva de haberse erigido no en una iglesia de nueva fábrica, en una contemporánea parroquia de las barriadas periféricas que sería lo usual en esta época, sino de establecerse en un viejo templo del centro urbano que nunca había acogido a cofradía alguna en sus más de 200 años de historia. Sólo a principios del siglo XX residió allí la Congregación del Inmaculado Corazón de María, antes de trasladarse a la desaparecida Capilla del Auditor. El Hospital de San José, venerable e histórico edificio fundado en 1768 por el obispo fray Tomás del Valle, había sido clausurado en los años de 1970 debido a la inauguración de otro nuevo y más apropiado construido a sus espaldas.

La cofradía firmó en 1985 un convenio con el obispado, propietario de la finca, por el que éste cedía la capilla del antiguo hospital a la hermandad para sus cultos, por tiempo indefinido y bajo ciertas condiciones. El templo se abrió de nuevo al culto ese mismo año. En 1994 la corporación inauguró una Casa de Hermandad en la parte alta de la capilla, convenientemente restaurada y remodelada.

Careciendo de imagen titular, la junta pro culto llegó a un acuerdo también en 1985 con el párroco de la Iglesia Mayor, D. Ildefonso Pérez Alcedo, en virtud del cual la antigua imagen letífica de la Virgen de las Mercedes (que tuvo una hermandad de gloria a finales del XVIII y principios del XIX en la capilla del Santo Cristo y que se hallaba en el primer templo parroquial retirada del culto) fue cedida en calidad de depósito indefinido. Se autorizó además su conversión en dolorosa, hasta tanto la hermandad no ejecutase una nueva. La transformación la realizó el profesor gaditano José Miguel Sánchez Peña en 1987.

La tercera recuperación histórica protagonizada por esta hermandad fue la consecución en 1997 del título de Gremial de Sanidad. Un valiente regreso a los fundamentos originarios de las cofradías como entidades dedicadas a la previsión social; y en apropiada armonía, además, con el antiguo establecimiento hospitalario en cuya capilla radica. Fue logrado gracias a las influyentes adhesiones de los colegios oficiales de profesionales sanitarios (médicos, farmacéuticos, enfermeros, visitadores…). Este título ya lo había ostentado cuarenta años antes la desaparecida Hermandad de los Santos Cosme y Damián, que radicó en la parroquia de la Pastora.

La primera salida procesional con el paso de palio tuvo lugar en la madrugada del Viernes Santo de 1987. En esa ocasión abría el cortejo una parihuela en la que figuraba la Santa Cruz con el sudario, como ocurría en la procesión decimonónica de la Virgen de la Soledad, aunque esta recuperación histórica fue pronto desechada. La hermandad se mantuvo en la madrugada diez años; en su itinerario se adentraba en el barrio del Hospital (las Siete Revueltas) y hacía estación de penitencia en el nuevo asilo. En 1998 decidió acertadamente cambiar su salida a la tarde del Viernes Santo, variando su itinerario y revalorizando sin duda este día de la Semana Santa isleña.

Esta dinámica hermandad ha seguido pugnando por afianzar su línea y fijar su identidad. En la década 1990 emprendió la adquisición de nuevas imágenes titulares, todas ellas obras de Alfonso Berraquero García. El Cristo de la Sangre (1991) es una portentosa y soberbia talla de crucificado de silueta neobarroca que mueve a devoción y que ha enriquecido el patrimonio imaginero isleño. Procesionó por primera vez en la tarde del Viernes Santo de 1999.

La nueva imagen de la Virgen de los Desamparados (1997) sustituyó de manera oportuna a la antigua y transformada talla de la Virgen de las Mercedes, a la cual la Hermandad rindió culto durante doce años. Su primera salida procesional tuvo lugar en la madrugada del Viernes Santo de 1998. Ambas imágenes titulares van sobre pasos igualmente nuevos que han incrementado la belleza de su severo cortejo procesional.

La Hermandad también rinde culto al patriarca san José, Patrón de la ciudad y titular del Hospital y de su iglesia, cuya imagen en lienzo, de mucho valor histórico, presidía antiguamente el altar mayor donde hoy se venera la Virgen de los Desamparados.

Entre las consecuciones más recientes de esta hermandad, figura la recuperación para el culto de la imagen de la Virgen de las Mercedes (que fuera durante una docena de años la Dolorosa de los Desamparados), como tal imagen mariana con naturaleza gloriosa, y la primera salida procesional de la misma que tuvo lugar en 2006.

Humildad y Paciencia

Siguiendo el precedente sentado por las hermandades del Gran Poder en la barriada Bazán y del Prendimiento en el barrio del Parque, la Cofradía del Señor de la Humildad y Paciencia fue la tercera surgida en una parroquia nueva, la de los santos copatronos Servando y Germán (titulo que, por cierto, llevó oficialmente la parroquia del Carmen durante un tiempo, antes de fundarse esta otra parroquia). La parroquia había sido erigida en una barriada contemporánea (La Ardila o Blas Infante), levantada en la periferia occidental de San Fernando y situada en una zona de antiguas huertas. Un distrito en creciente expansión y vertiginoso desarrollo urbanístico más o menos ordenado.

La corporación fue fundada en 1986 como Junta pro Cultos. La Hermandad del Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia y María Santísima de las Penas fue erigida canónicamente en 1987 en la referida parroquia de San Servando y San Germán.

La más joven de las cofradías de penitencia de nuestra Semana Santa ha recuperado una antigua devoción isleña. Efectivamente, en el año 1789 un grupo de fieles, a cuyo frente estaba D. Nicolás López del Rincón, por entonces alcaide de la Real Cárcel de la Isla de León, obtuvo las oportunas licencias para establecer una capilla en la zona del Zaporito y colocar en el altar mayor de ella un lienzo con la imagen del Señor de la Humildad. Esta devoción estaba muy extendida por entonces en Cádiz, tanto pública (cofradía de los vizcaínos del convento de San Agustín) como privadamente (el devoto Cristo de la Casa de Linares en la calle Sopranis). Al cerrarse esta capilla del Zaporito en el primer tercio del XIX, el lienzo del Señor de la Humildad pasó a la céntrica iglesia de San Antonio, en la calle Vicario, donde continuó venerándose por los fieles hasta mediados del siglo XX en que ese templo fue cerrado y finalmente demolido.

Su primera salida procesional tuvo lugar el Domingo de Ramos de 1988. Junto con la del Gran Poder, es la cofradía isleña de más largo recorrido. En su itinerario, que ha ido variando en busca de un camino apropiado hacia el centro urbano, destaca, a la ida, su transcurrir por las nuevas barriadas orientadas hacia la bahía de Cádiz y, de regreso, su tránsito por las alamedas Moreno de Guerra y del Carmen. Las dificultades que ofrecía la salida del paso aconsejaron la reforma y ampliación de la puerta parroquial, lo que sucedió en 1994.

La Virgen de las Penas salió por primera vez en 1999, once años después que el Señor. Lo hizo en un paso de palio flanqueada por las imágenes del apóstol san Juan y de santa María Magdalena, lo que confirió a esta hermandad la originalidad de tener un paso de palio con tres imágenes, cosa muy infrecuente pero no insólita, pues hubo antecedentes de ello en procesiones sevillanas decimonónicas.

Todas las imágenes de la Cofradía son obra de Alfonso Berraquero. El Señor de la Humildad y Paciencia (1988) representa a Cristo sentado en una peña, soportando aún el peso de la cruz sobre su hombro, esperando el momento de la crucifixión; plasmación moderna, simbólica y original de la iconografía tradicional del «Varón de Dolores». La Virgen de las Penas, de angustiosa expresión dolorida, fue tallada un año antes (1987). También son del mismo autor isleño el san Juan (1993) y la Magdalena.

Rocío

Esta hermandad es la última incorporada a la nómina de las sanfernandinas. La devoción a la Blanca Paloma almonteña es, sin duda, antigua en esta ciudad, pero no puede datarse ni cuantificarse. La idea y el deseo de formar una hermandad rociera es, en cambio, bastante reciente.

Fue al principio de la década de 1990 cuando grupos de feligreses de la parroquia de la Sagrada Familia (Bazán) comenzaron espontáneamente a tributar cultos a la Virgen del Rocío, especialmente bajo la forma de una misa sabatina mensual. Estos grupos rocieros fueron aunados en 1996 bajo la denominación de Asociación Parroquial de Nuestra Señora del Rocío, a iniciativa del ejemplar párroco don José Neira.

El entusiasmo y devoción crecientes de la asociación, así como la desinteresada ayuda que prestaba a la parroquia, fue determinante para que en 1997 fuera autorizada por el obispado para poder constituir una junta pro culto.

Finalmente, la hermandad de Nuestra Señora del Rocío fue erigida canónicamente en la citada parroquia en el año 1999, a las puertas de la celebración del Sínodo Diocesano, aprobándose sus estatutos y ordenándose la celebración de su primer cabildo general de elecciones. En apenas tres años, la asociación parroquial se convirtió y fue admitida como hermandad, integrándose en el Consejo Local isleño.

La hermandad del Rocío, como todas las de esta advocación, tiene una dinámica interna propia, sui generis, que la dota de señas identidad singulares y diferenciadoras de las demás hermandades de gloria y cofradías de penitencia. En efecto, mientras que la advocación mariana titular y genérica de todas las hermandades rocieras es la Virgen del Rocío, cada hermandad filial tiene un titular particular que no es talmente una imagen de Nuestra Señora advocada del Rocío, sino el Simpecado que la representa. Y el primer objetivo de tipo patrimonial de cualquier hermandad rociera es la consecución, no de un paso como ocurre en las demás corporaciones cuyos datos hemos expuesto, sino de lo que hace sus veces en estas peculiares hermandades: una carreta para albergar al Simpecado titular y acudir con él a las romerías almonteñas cada Pentecostés. El Simpecado, obra del artista gaditano Luis González Rey, fue bendecido en 1999; la carreta fue construida al año siguiente.

La Hermandad del Rocío de San Fernando fue por fin admitida en 2006 como filial de la Hermandad de Almonte, siendo amadrinada por la Hermandad de Puerto Real, y presentando su simpecado en el curso de la romería de ese año.

Resurrección

La Hermandad de la Sagrada Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo y María Santísima de la Victoria es la primera cofradía de penitencia aprobada en la ciudad después de casi quince años sin fundaciones de esta naturaleza. Esta corporación ha recuperado para la Semana Santa isleña el misterio de ese título que ya existió en San Fernando durante la posguerra, pero haciéndolo por primera vez mediante un establecimiento canónico formal.

En efecto, las circunstancias sociopolíticas de los años 40 del siglo XX posibilitaron la fundación en la Iglesia Mayor Parroquial de una Hermandad de Jesús Resucitado en torno a una imagen de este título que, procedente de los talleres de Olot (Gerona), había sido adquirida en 1946 por el párroco D. Camilo García. Esta fundación buscaba, por un lado, la integración obrera en las instituciones religiosas del Estado confesional de la posguerra a través de una hermandad corporativa; por otro, la potenciación litúrgica y el fomento del culto a la Resurrección, frente a las cofradías pasionistas tradicionales. En cualquier caso, fue una original y singularísima iniciativa isleña, muy anterior a la creación de las procesiones del Resucitado en ciudades como Sevilla o Jerez.

Esta peculiar hermandad tuvo vida sólo durante seis años (1947-1952) y únicamente como asociación admitida de hecho por la autoridad eclesiástica, pues nunca llegó a ser aprobada de derecho ni erigida canónicamente. Estaba integrada y gobernada por los obreros cargadores de los pasos de las hermandades isleñas, por lo que siempre fue conocida popularmente como la «Hermandad de los Cargadores». Celebró cultos solemnes y una procesión anual el Domingo de Resurrección durante cinco años (1948-1952). Su historia se truncó bruscamente en menos de un año a partir de 1952.

Una cuestión a dilucidar es si la actual joven hermandad debe ser considerada como heredera de la de los cargadores. No parece que lo sea, ni que, por tanto, debe atribuírsele su antigüedad. Máxime cuando la anterior ni siquiera fue erigida canónicamente. No tienen, además, nada en común: ni el grupo social fundador, ni la sede canónica; sólo han tenido cedida, por breve tiempo, la que fuera imagen titular.

Posteriormente la Junta Oficial de Cofradías establecida en 1968 declaró patrón y protector suyo a Jesús Resucitado y recuperó la solemne función matutina del Domingo de Resurrección, con la presencia de autoridades locales y hermandades. Desde 1981, la imagen de Jesús Resucitado, la de Olot, volvió a salir cada Domingo de Pascua en procesión organizada por la Junta Oficial de Cofradías de la ciudad, efectuándose así sin interrupción durante veinticinco años.

La actual Hermandad de la Resurrección fue ideada en la última década del siglo XX por miembros de la asociación cofrade «La Venera», pero diversas dificultades retrasaron su fundación. El deseo de la nueva directiva del Consejo de Hermandades y Cofradías de desentenderse de la organización de la procesión anual de Jesús Resucitado y el apoyo del nuevo párroco de San José Artesano, don Rafael Vez, fueron determinantes en la aprobación de la nueva hermandad. Después de un año de laboriosas gestiones, fue erigida canónicamente el 1 de octubre de 2004 en la parroquia de San José Artesano con el título antedicho.

La Hermandad nació deseosa de robustecer la fe de los hermanos y fieles en el misterio de la Resurrección, ofrecer la debida formación religiosa a sus cofrades, desplegar una importante acción social y comprometerse plenamente en las tareas parroquiales. Además, dado el misterio de fe al que da culto, pretendió desde el principio que la procesión anual tuviera un carácter alegre.

En un primer momento, la corporación tuvo como imagen titular provisional a la procedente de los talleres de Olot adquirida en 1946 por el párroco de la Iglesia Mayor Parroquial, que fue titular de la extinta Hermandad de los Cargadores y patrón de la Junta Oficial de Cofradías, y que salió en procesión cada Domingo de Resurrección entre 1981-2004. Una nueva imagen de Jesús Resucitado fue tallada en 2006 por Alfonso Berraquero. La Virgen de la Victoria, imagen cotitular, obra del mismo artista, fue bendecida en 2007.

La primera procesión de esta cofradía tuvo lugar el Domingo de Resurrección de 2005, con la imagen gerundense sobre un paso adquirido a la Hermandad de Jesús de las Penas de la parroquia de San Lorenzo de Cádiz. Desde 2006, sale la nueva imagen titular. Los penitentes visten capirotes y túnicas de capa blancas, luciendo en la capa un historiado escudo corporativo.