Rosario Doloroso

Esta otra cofradía de la parroquia de San José Artesano, del barrio de Parque, se fundó también en 1982 por un inquieto y comprometido grupo de jóvenes que aglutinaba a cofrades procedentes de otras tentativas fundacionales que se malograron.

Salió por primera vez en la madrugada del Sábado Santo de 1985. Desde entonces cerró durante dos décadas las procesiones de Semana Santa de la ciudad, en lugar de la Cofradía de la Virgen de la Soledad que lo hacía así tradicionalmente. Fue erigida canónicamente en 1988, seis años después de su fundación.

De manera consciente o inconsciente, este grupo fundacional tuvo la loable y apropiada idea de restaurar la advocación mariana del Rosario, de seculares raíces en la ciudad por haber sido el título de la más antigua hermandad que hubo en la Isla de León. Pero rescató esta advocación con un decisivo matiz penitencial, doloroso.

La Cofradía nació, pues, por las mismas fechas que su hermana del Prendimiento. Sin embargo, fue concebida con un espíritu diametralmente opuesto, distinto y alejado de las características tradicionales de una hermandad andaluza neobarroca. Inspirada por sus lemas «Sin cruz no hay gloria ninguna» y «Rezad el rosario», la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario decidió ceñirse a una línea espiritual y estética de absoluto ascetismo y de austeridad extrema, como epígono quizás de la orientación iniciada en San Fernando por Mater Amabilis a imitación de antecedentes foráneos como las hermandades de Amor y Sacrificio de Jerez, Ecce Mater Tua de Cádiz, o del Vía Crucis del Cristo de la Salud de Córdoba.

En efecto, sus cultos internos son muy sencillos y devotos, y su procesión anual es un modelo de orden, seriedad y recogimiento. Desde el principio de su andadura histórica llamó poderosísimamente la atención por el novedoso y peculiar estilo de su impresionante estación de penitencia: riguroso silencio sólo rasgado por el rezo del santo rosario, oscuros penitentes sin capirote con el antifaz caído y una ruda soga atada a la cintura, insignias simplicísimas de madera sin orfebrería ni bordados lujosos, ausencia de música…

En lugar del acostumbrado paso, una sencilla parihuela de madera barnizada y sin labrar que es portada por 16 de los propios hermanos penitentes, alumbrada sólo por cuatro hachones y un foco dirigido hacia la sagrada imagen, y sin adornos ni exorno floral. La Virgen del Rosario figura sobre la parihuela sin más lujos que un aro de estrellas (ni corona, ni puñal, ni pañuelo) y sencillamente ataviada con túnica y manto sin bordar, en tonos claros, rosados, lo que contrasta vivamente con los matices oscuros que dominan y envuelven a todo el silente cortejo. Detrás de la Virgen suele figurar numerosa penitencia de fieles rezando el rosario.

La imagen de Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos es obra de Alfonso Berraquero (1983). Quiere representar la desolación de María tras la muerte de Cristo. Llama la atención por el expresivo patetismo de su rostro, en armonía con el espíritu de su cofradía.

Cuando ya ha transcurrido un cuarto de siglo desde su fundación, esta hermandad ha permanecido fiel a su línea de pobreza exterior y riqueza interior.

 

 

 

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