La Magna marca un hito cofrade

«La Isla vivió una jornada única y memorable con la salida extraordinaria de sus veintiún pasos de Semana Santa. Unas 75.000 personas respaldaron este evento cofrade excepcional, según aseguraron ayer fuentes municipales.

Memorable, espectacular, irrepetible, única y multitudinaria. La Isla vivió ayer una tarde extraordinaria de la mano de sus hermandades de penitencia y de los veintiún pasos que conformaron la Procesión Magna que, literalmente, se adueñaron del centro de la ciudad con el beneplácito de un público expectante y más que numeroso.

La afluencia de público que arrastró esta procesión extraordinaria organizada con motivo del Bicentenario de Las Cortes superó todas las expectativas. Isleños y foráneos que aprovecharon la ocasión extraordinaria para conocer la Semana Santa isleña llenaron las calles del centro desde primeras horas de la tarde. Hasta dos horas antes de la hora fijada para el comienzo de la procesión -a las tres y media de la tarde- se pudo ver gente de pie en la acera. Los penitentes de las distintas cofradías se abrían paso entre la multitud, camino de los templos. Las primeras cofradías -Borriquita, Humildad y Paciencia, Perdón, Gran Poder, Tres Caídas, Prendimiento- enfilaban  el camino hacía el punto de partida de la Magna, en Cardenal Spínola, en Capitanía.
 
Difícilmente La Isla volverá a vivir una jornada como la que se disfrutó ayer, una tarde que además estuvo acompañada por un excepcional calor primaveral. Una tarde esplendorosa. Ayer había gente por todas partes. Y también procesiones.
 
Porque la ocasión era única y las imágenes que a cada rincón ofreció la Magna a los cofrades fueron realmente irrepetibles. La meritoria puesta en carrera de los 21 pasos -todo un esfuerzo de organización por parte del Consejo de Hermandades y Cofradías- dejó escenas que no se volverán a repetir. Y desde esa consciencia de vivir un acontecimiento único e histórico se disfrutaron, se sintieron y se apuraron las cuatro horas que oficialmente duró la Magna, porque los horarios, luego, se extendieron con el regreso de las distintas cofradías a sus templos. Algunos de ellos, realmente gloriosos, toda una antesala del domingo de Pascua que hoy vivirá La Isla.
 
En la retina del cofrade quedaron imágenes, escenas, momentos, como la que ofrecieron siete pasos seguidos en la calle Real: Borriquita, Huerto, Prendimiento, Columna, Ecce-Homo, Medinaceli y Gran Poder. El primero, a su salida de la Carrera Oficial, y el último entrando en la plaza de la Iglesia.
 
Otro momento. En Capitanía, cerca de las cuatro de la tarde, convergieron Nazareno y Humildad y Paciencia, en Diego de Alvear y Cardenal Spínola; Afligidos, subiendo Colón, detrás de Gran Poder; y Misericordia y Perdón, por Santo Domingo. Los primeros pasos del cortejo habían salido media hora antes y la procesión conseguía coger un buen ritmo. A pesar de lo complejo de la operación -todo un sudoku cofradiero de horarios e itinerarios que ayer el Consejo supo salvar con acierto y con la ayuda del esfuerzo de cada una de las hermandades que salieron- la Magna tomaba forma y caminaba con fluidez. Cada entrada de los pasos estuvo arropada por un estrepitoso aplauso del público. La escena se repitió también a la salida de la Carrera Oficial, donde la gente aclamó con ganas cada misterio que salía del cortejo oficial para continuar luego su camino hacia su templo. Unos con música, otros sin ella.
 
O el comienzo de la Magna, con la llegada de la Centuria Macarena tocando. Las cornetas sonando, a un lado Borriquita y, a otro, el encuentro de los dos olivos: el del Huerto y el del Prendimiento.  
 
Momento único también el que deparó la procesión al llegar a la plaza de la Iglesia, al filo de las  cinco de la tarde. En la calle Real, realmente, no cabía un alfiler. El templete de los Servitas acababa de salir de la Igleisia Mayor, justo detrás de los dos misterios de la Soledad. No había una silla libre -de las 4.000 puestas por el Consejo para la ocasión- y los palcos estaban al completo. A esa hora, la cruz de guía de la Borriquita pidió la venia en el palquillo. Los horarios previstos se cumplieron. Todo encajaba a la perfección. En la tribuna, presidió la procesión el alcalde, Manuel de Bernardo, acompañado del obispo diocesano, Antonio Ceballos Atienza, y del presidente del Consejo, Manuel Muñoz Jordán.
 
Hubo también ayer múltiples detalles en los que recrearse y, desde luego, que aplaudir: desde las capas blancas de los hermanos del Perdón a la estampa realmente inédita que brindó el calvario recuperado de la hermandad de la Expiración. Todo un acierto. Y de lo más comentado de la jornada.
 
Y no faltaron -como no podía ser de otra forma, con 21 pasos en la calle- los incidentes. El primero llegó con Borriquita. Uno de los candelabros se soltó e hirió levemente a uno de los manigueteros, según informó Protección Civil.
 
Otro incidente. La hermandad de los Desamparados vivió grandes apuros para llegar al punto de encuentro fijado para la salida en Capitanía. Al estorbar un cable, el Cristo de la Sangre había salido sin la parte superior del crucero. Supuestamente, una grúa del Ayuntamiento facilitaría su colocación en un determinado punto del itinerario. Pero al llegar allí, la grúa en cuestión no aparecía. Consiguieron localizar al conductor y éste salió a su encuentro en Capitanía.
 
Fueron, eso sí, pequeños incidentes en una tarde gloriosa y brillante, única y excepcional, que La Isla -y los que  tuvieron la dicha de vivirla- recordarán durante décadas. Ayer, la Magna marcó un hito en la historia de la Semana Santa de San Fernando.»

Arturo Rivera.

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