La saeta

Puesto a ello entremos en el tema. La saeta en su origen fue un canto litúrgico que, como su denominación indica, tanto el contenido literario como la música obedecían a las normativas de unos rituales totalmente religiosos. El vocablo saeta proviene del latín sagitta que, más o menos, quiere decir flecha, venablo. La razón de esta denominación nadie ha sido capaz de explicarla.

Hay quien afirma que las primeras saetas de las que se tienen noticias son de los siglos XIII y XIV. Se cantaban en oficios religiosos, tanto en los templos como en las calles, y se asegura tenían el objetivo de prevenir y alertar del riesgo que corrían las personas que vivían en pecado mortal:

Si por las culpas ajenas
castiga Dios a su Hijo,
¿qué será del pecador,
su declarado enemigo?

Esta saeta se le atribuye a Fray Diego de Cádiz, que fue un compositor muy reconocido escribiendo estrofas de saetas. Como se observará la citada letra de Fray Diego difiere bastante de las que se escuchan en la actualidad. La musicalidad de estos salmos era monótona y triste, puesto que el fin perseguido tenía intención sentenciosa, y en ella se observaba un paralelismo acorde con su contenido literario.