Bordado

Se puede definir como: adornar un tejido con puntadas de hilos sobrepuestos que, según la clase de hilos, se pueden clasificar en varios grupos, entre los que destacan los puntos de oro, plata y seda.

Los actuales talleres son el fruto de una evolución de siglos en toda nuestra geografía española. Los primeros núcleos de bordado se sitúan en Toledo, Sevilla, Valencia, Barcelona y Madrid, labor ésta que, en contra de lo que hoy día se puede pensar, recaía en manos masculinas. Los trabajos más requeridos se realizaban para el culto interno: ropajes de clérigos, doseles, atributos, etc.

El bordado asume todos los elementos decorativos de los distintos periodos históricos del Arte, y al igual que todas las artes, tiene un gran auge en el periodo barroco, centrándose en Sevilla y Toledo. Así hoy día podemos contemplar bordados trazados en distintos estilos ornamentales de la historia del arte, desde el gótico, renacimiento barroco, rococó, e incluso tomando elementos decorativos de estilos orientales, persa, bizantino, etc.

Las técnicas y materiales utilizados en el bordado, son múltiples y variados. Por ello seria casi imposible enumerarlos todas, pero aun así, intentaremos resumirlos en las de mayor importancia.

Materiales a utilizar en taller
El bordado se suele realizar sobre un bastidor realizado con listones de madera, sobre los que se tensa el tejido que sirve de soporte para realizar la labor. Los útiles que podríamos destacar son: caballetes de soporte, aguja y dedal, pasadores, tijeras, hilo de cáñamo, hilo de poliéster, lienzo moreno, almidón, muñequilla de carbón, pastelillo, fieltro, bayeta o muletón, cera, lápiz de cera, brocas, huso y carrete.

Tiene una vital importancia la calidad del tejido sobre el cual se va a bordar. Los más utilizados, dentro de las distintas calidades, suelen ser: brocado, damasco, terciopelo, tisú e incluso malla de oro o plata tejida, bien a mano o industrialmente. Al igual que el tejido, es primordial la utilización de un hilo de oro o plata de buena calidad que, según su morfología, textura y brillo, ofrecerá distintos matices y aspectos volumétricos. Destaquemos, entre ellos: brescado, hojuela, jiraspe, liso, peñasquillo, canutillo, canutillo ingles, agua, caracolín, torzal, cordón mate-brillo y cordón calabrote.

El hilo anteriormente descrito precisa un tipo de puntada, la cual ofrecerá distintos aspectos a los elementos decorativos que configuran a la obra. A destacar en los numerosísimos bordados que hoy día podemos contemplar, en el vasto patrimonio de nuestras hermandades y cofradías: cartulina (plastificada, amarilla y prespán), dado, hojilla de pasada, hojilla montada, ladrillo, lentejuela a pespunte, lentejuelas a escamadas, malla calada de nudos, media honda, milanés, mosqueta, muestra armada, paredilla, picoteado, puntita doble, puntita triple, rombos, rosas, zetillo, etc. Además, podríamos destacar la utilización de elementos que suelen resaltar el conjunto la obra en general, por ejemplo, espejuelos, espina trenzada, lentejuelas, mingos, perla, piedras preciosas, marfil, madera plata, etc…