1. 3. Escultores del Arsenal de la Carraca
El florecimiento generalizado que vivió la Real Isla de León durante la segunda mitad del siglo XVIII trajo también la primera «escuela escultórica» autóctona isleña. En efecto, los únicos escultores isleños, o avecindados en la Real Isla de León, de esta época cuyos nombres conocemos fueron básicamente los que trabajaban en el Arsenal de la Carraca.
Se trataba de empleados de la Real Armada, que laboraban en un taller sito en el Arsenal, organizados a modo de los gremios (maestros, oficiales y aprendices) y cuyo cometido fundamental era nada más que el de tallar mascarones de proa y otras obras escultóricas para adorno de los navíos de la Armada que se construían en dicho Arsenal.
Lo que ocurre es que alguno de ellos empleó sus conocimientos escultóricos en el campo artístico religioso y, aprovechando su presencia en esa floreciente Isla de León de la segunda mitad del XVIII, se les encargaron obras de imaginería religiosa. En realidad tal vez sea excesivo hablar, como se ha hecho últimamente, de una «escuela» escultórica del Arsenal, o de un «maestro» y unos «discipulos».
El primer maestro escultor del Arsenal de La Carraca del que tenemos datos es Santiago (Jacques) Durand, natural de Aix-en-Provence (Francia) y fallecido en la Isla de León en 1762 a los 74 años. Aún no tenemos noticias acerca de que este maestro francés desarrollara una actividad paralela como imaginero, aunque, en el caso de que también se hubiera desempeñado como tal, pudo haber dejado obras en la Isla de León y en Puerto Real. En realidad, los escultores carraqueños que cultivaron el arte de la imaginería simultaneándolo con su trabajo oficial fueron, que sepamos de momento, tres:
- Miguel Monfort, valenciano, maestro escultor del Arsenal, fallecido en la Isla de León en 1780 a los 88 años.
Monfort fue el autor del retablo neoclásico de la Orden Tercera de Servitas situado en la nave del evangelio de la nueva Iglesia Mayor Parroquial (ca. 1766), según los testimonios de historiadores locales decimonónicos
- Samuel Howe, inglés, natural de Londres, escultor afincado en Cádiz, maestro mayor de escultura del Arsenal durante toda la segunda mitad del XVIII, y fallecido a edad avanzada durante la epidemia de 1800, siendo enterrado en la iglesia de San Francisco.
Sólo sabemos con certeza que Howe restauró («compuso», dicen las fuentes) en 1774 la Virgen del Carmen, titular de la Hermandad de su nombre sita en la iglesia conventual. Pero es difícil no pensar que pudo esculpir algunas imágenes isleñas más, o intervenir también en otras efigies realizadas por artistas anteriores, o diseñar y labrar retablos. Sobre todo teniendo en cuenta que la plenitud de su vida coincidió con la construcción de la nueva Iglesia Mayor Parroquial y de la mayoría de los templos antiguos de la Isla de León que hemos enumerado. Pero, a falta de documentos y de estudios serios por parte de especialistas, no podemos afirmar nada de momento y sólo jugar a las atribuciones con argumentos peregrinos.
- José de Cirartegui Saralegui, guipuzcoano, nacido en Tolosa en 1755, establecido en la Isla de León hacia 1785 y casado aquí con una hija del maestro Howe. A partir de los primeros años del XIX, quizá en 1803, pasó destinado a Cuba, donde se estableció definitivamente. Poseemos datos que confirman que sus descendientes directos continuaron viviendo en la gran isla antillana y que, por cierto, también cultivaron el arte.
Cirartegui es una personalidad atractivísima. ¿Dónde aprendió el arte de la escultura? ¿Con maestros de su tierra natal vasca, o con el maestro Howe y los escultores del Arsenal? En todo caso, Cirartegui se nos revela como un artista consumado, si no genial sí genialoide, como demuestran las obras que hizo aún joven, con poco más de 30 años, para cofradías isleñas. Podemos considerarle el escultor isleño antiguo más grande de todos los tiempos, puesto que los artistas más grandes que él fueron todos foráneos y no se avecindaron ni trabajaron aquí.
Según está bien documentado, José Tomás realizó las imágenes del Cristo de la Expiración (1788) y del Cristo Yacente del Santo Entierro (1793). El primero, según el testimonio posterior de un fraile franciscano; el segundo, según un documento de 1793 firmado por él mismo afirmando esta autoría. Recientemente, se le ha atribuido la imagen de San José (ca.1789/90), Patrón de nuestra ciudad, por sus innegables semejanzas morfológicas y estilísticas con las dos anteriores, pero es una atribución sin documentar, sólo como hipótesis probable.
Así mismo salieron de sus manos, o se le atribuyen, algunas imágenes que formaron parte de un antiguo nacimiento o belén que fue propiedad de la Parroquia Castrense, y que hoy se halla disperso en manos particulares, como una Santa María Magdalena y una Dolorosa, las cuáles han figurado alguna vez en exposiciones públicas de arte sacro. Igualmente parece ser suya la imagen de tamaño académico del Cristo de la Expiración venerado en la capilla del Hospital de San José, boceto o réplica del titular de la antedicha cofradía franciscana. Es probable que también labrara las figuras de San Juan Evangelista y Santa María Magdalena (1797) que figuraron hasta 1930 en el calvario que sacaba en procesión esa misma cofradía.
Y aunque no tenga nada que ver con la imaginería religiosa, es interesante traer a colación que Cirartegui, según está perfectamente documentado, también abordó el campo de la escultura civil, de corte alegórico como no podía ser menos en un maestro de mascarones, interviniendo en la construcción de la fachada del Ayuntamiento isleño en los años 1790, según hemos tenido ocasión de publicar.
Desde luego, no parece descabellado atribuir a alguno de estos escultores las imágenes de la propia iglesia parroquial del Arsenal, que son precisamente de finales del XVIII. En todo caso, lo importante para nosotros es que Monfort, Howe y Cirartegui son verdaderamente los primeros escultores isleños, o avecindados en la Isla, que conocemos.