Los templos y las primeras hermandades

El centro religioso de la Isla de León en esa época estaba en la iglesia parroquial del castillo. La Isla tuvo parroquia desde mediados del XVII, parece ser que primero en una ermita titulada de San Pedro, situada en las proximidades del castillo de los Ponce de León. La devoción a este apóstol parece haber sido muy apreciada por los Suazo, puesto que por ellos se denominó así -Sancti Petri- el caño o brazo de mar que nos separa del continente.

Mas, por ruina o falta de capacidad de la ermita, la parroquia se trasladó a la capilla de Santa María que estaba en el interior de la propia fortaleza. Por lo tanto no debería hablarse, en rigor, de la parroquia de Santa María del castillo, como suele hacerse, sino la parroquia de San Pedro establecida en la capilla de Santa María. De todos modos, el obispo don Lorenzo Armengual decretó en 1717, tras una visita pastoral a la Isla, que la parroquia se titulase Nuestra Señora de la Concepción, aunque parece ser que este título no fue muy usado. En realidad, todas las fuentes se refieren a ella simplemente como la Parroquia del Castillo y así podemos designarla sin más.

Como quiera que la Iglesia presentía o estaba bien informada acerca de los grandiosos cambios que iban a operarse en la Real Isla, no podía consentir la existencia una parroquia tan incapaz e insalubre como la del castillo. Se proyectó, de este modo, una nueva parroquia en un solar situado algo más arriba del Camino Real y donado por el Deán de la Catedral de Cádiz. Empezó a construirse hacia 1754, durando las obras diez años.

El otro polo religioso era la iglesia conventual del Carmen. La primitiva fue edificada en 1680. Medio siglo más tarde, en pleno reinado de Felipe V, fue sustituida por la hermosa iglesia barroca actual, abierta al culto en 1733.

Finalmente, en los últimos años de Felipe V (concretamente en 1745) se fundó el Hospicio de San Francisco con el patrocinio del piadoso matrimonio formado por D. Manuel de Arriaga y D0 Mariana de Arteaga, tras unos años durante los cuales los religiosos franciscanos tuvieron que hospedarse en un oratorio provisional habilitado y situado en la zona llamada de las Viñuelas (hoy plaza Rodríguez de Arias y calle Doctor Cellier).

La influencia de Cádiz sobre la Isla de esta época fue enorme en todos los órdenes, pues gaditanos y vecinos de Cádiz eran los habitantes de la Real Isla. Además, Cádiz era una ciudad cosmopolita, una de las principales de la España borbónica, un auténtico emporio comercial. Imposible sustraerse a su influencia: Cádiz era el modelo a imitar. También en el aspecto religioso.

En efecto, las primeras hermandades isleñas siguieron el modelo de las gaditanas y fueron de las tradicionalmente clasificadas como de gloria o letíficas:

  1. Virgen del Rosario. La devoción más querida por entonces en Cádiz era la de la Virgen del Rosario, sita en el convento de los dominicos. Era la Patrona de hecho de la ciudad, así como de las flotas de Nueva España y galeras de Tierra Firme. En el año 1755 (a raíz del maremoto) sería proclamada formalmente Patrona por el municipio gaditano. No es de extrañar, pues, que en la Isla de León poblada por vecinos de Cádiz la hermandad más antigua y próspera fuera la de Nuestra Señora del Rosario, establecida en la Parroquia del Castillo. De ella hay constancia ya en el año 1676, así que a esta corporación correspondería el hipotético título de «Primitiva Hermandad» isleña.
  2. Virgen del Pópulo. Otra devoción muy gaditana, con origen en una venerable devoción romana. Documentada en la Isla de León desde 1690. Llegó a poseer capilla propia en las inmediaciones de las Tres Cruces (hoy Alameda Moreno de Guerra). Por suerte, todavía podemos contemplar la que fue su imagen titular: un vetusto y venerable lienzo colgado en la pared frontal de la capilla del Sagrario de la Iglesia Mayor Parroquial.
  3. Virgen del Carmen. Fundada en el convento de los frailes carmelitas en 1698. Por consiguiente, era la tercera más antigua, y hoy es la primera al no existir las hermandades de Rosario y Pópulo. Su devoción fue creciendo entre las gentes de la mar que habitaban en las cercanías del convento y entre el personal de la Armada, sobre todo a raíz de la instalación en la Real Isla de León del Departamento Marítimo en 1769, de tal forma que fue convirtiéndose en la patrona de hecho de los marinos, en perjuicio de la advocación mariana del Rosario, que «sonaba» demasiado gaditana.
  4. Esclavitud del Santísimo y Archicofradía de las Benditas Animas. Fundada en 1733 para dar culto a la Eucaristía y dedicar piadosos sufragios por las almas de los difuntos. Su patrón era el arcángel san Miguel. Fue una asociación idéntica en casi todo a la ya existente en la parroquia del Sagrario (Catedral vieja, hoy Santa Cruz) de Cádiz, y hasta gobernada por sus mismas reglas.
  5. Finalmente, en la Parroquia del Castillo y luego en el hospicio franciscano, la V.O.T. de San Francisco. Fundada a inicios de la década de 1740, también a semejanza de las varias órdenes terceras franciscanas de Cádiz, particularmente la del convento Casa Grande de los frailes observantes.

    Ya en el reinado Fernando VI continuaron las fundaciones a medida que aumentaba la población, las necesidades espirituales y, por ende, el asociacionismo religioso entre los vecinos isleños.

  6. San Antonio Abad. Fundada a finales de la década de 1740 en la capilla del Real Carenero del Puente de Suazo, trasladándose en los años 1770 a la Iglesia Mayor Parroquial donde tuvo altar y retablo propios.
  7. Congregación del Sagrado Corazón de Jesús. Fundada en la Parroquia del Castillo en 1753. Fue una devota corporación minoritaria y selecta, pero de historia constante.
  8. Virgen de la Esperanza. Misteriosa y atractiva hermandad que daba culto a otra advocación mariana con resabios marineros. Fue fundada a principios del reinado de Fernando VI en el Real Carenero del Puente de Suazo por trabajadores de la construcción naval y trasladada veinte años después a la nueva Iglesia Mayor Parroquial. Hermandad pujantísima durante la segunda mitad del XVIII, comparable en vigor y número de hermanos y devotos a las del Rosario y Carmen, pero desaparecida bruscamente hacia 1830.

En cuanto a las hermandades y cofradías de penitencia o pasionistas, siguieron igualmente el modelo de Cádiz, con la famosa tríada arquetípica compuesta por Vera Cruz, Soledad y Nazareno:

  1. Cofradía del Santo Cristo de la Caridad (o, simplemente, del Santo Cristo). Ya hay noticias de ella también en 1676. En los primeros años del XVIII parece ser que cambió su título, pasando a denominarse Señor de la Expiración, y finalmente Cristo de la Vera Cruz durante el primer tercio de dicha centuria. No sabemos si se trataba de una imagen (indudablemente, un crucificado) que cambió tres veces de título, si de tres hermandades distintas que se sucedieron, o si de dos hermandades pero una de ellas con un cambio de advocación. Lo cierto es que desde la segunda mitad del XVIII sólo persiste como corporación la primitiva Cofradía de la Vera Cruz. Salía en la noche del Jueves Santo y en su itinerario llegaba hasta el Convento del Carmen portando, parece ser, varios pasos. No sabemos la relación existente entre esta cofradía sita en el Castillo y la que se fundaría cuarenta años después en el barrio del Monte, hoy subsistente.
  2. Virgen de la Soledad. Se sabe que una imagen de este título ya era venerada a principios del XVIII en la Parroquia del Castillo. La fundación de la asociación de fieles tuvo lugar hacia 1746/47, según la fecha tradicional; quizás obtuvo la licencia episcopal en 1748. Fue una hermandad de facto durante veinte años, hasta que se aprobaron formalmente sus reglas en 1768.
  3. Jesús Nazareno. En 1751 se fundó una efímera hermandad al parecer con la bellísima talla de Jesús Nazareno del Convento del Carmen, imagen atribuida recientemente a la gubia de La Roldana. Pero todavía habría que aguardar unos años, a la fundación de la Hermandad de los Montañeses, para poder hablar con propiedad de la Cofradía de Jesús Nazareno, que fue finalmente erigida en 1768.
  4. Virgen de los Dolores. Precisamente en el último año de Fernando VI, en 1759, se fundó la Orden Tercera de Nuestra Señora de los Dolores (Servitas) que también siguió fielmente el modelo gaditano impuesto por la corporación homónima establecida desde treinta años atrás en la Parroquia de San Lorenzo de la capital.

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