Imagineros isleños durante la Restauración

Después de las turbulentas y revolucionarias décadas que formaron la primera mitad del siglo XIX, llegó una época de necesaria estabilidad política, aunque no exenta de problemas, claro. Se trata de la época de la Restauración, los reinados de Alfonso XII, regencia de María Cristina de Austria y Alfonso XIII, sesenta años que van de 1875 a 1931. Época que también fue de estabilidad y auge para la Iglesia, para el catolicismo español y, en consecuencia, para las hermandades y cofradías, que volvieron a florecer tras la oscura época anterior protagonizando su período «romántico».

 

2. 1. Imagineros isleños durante la Restauración.

Poseemos escasos pero reveladores e inéditos datos sobre algunos escultores o imagineros que desarrollaron su actividad artística en San Fernando durante la segunda mitad del siglo XIX y primer cuarto del XX. Estos artistas isleños fueron contemporáneos de imagineros sevillanos como Emilio Pizarro de la Cruz y Manuel Gutiérrez Reyes. Como éstos, el estilo de aquéllos debió de caracterizarse por su eclecticismo. Y, al igual que esos autores sevillanos restauraron y reformaron en su época numerosas imágenes procesionales de los grandes maestros barrocos hispalenses, debemos sospechar o intuir la intervención de los imagineros decimonónicos de San Fernando sobre no pocas de las antiguas imágenes isleñas. En cualquier caso, tenemos la sensación de que debieron ser artistas poco relevantes.

  1. Florencio Luna. De origen cartagenero, fallecido en San Fernando en 1889 a los 80 años. Figura en varios documentos inequívocamente como «escultor, pintor y retratista». Pero lo único que sabemos documentadamente sobre su actividad artística cofrade en nuestra ciudad es la labor desarrollada en las hermandades del Cristo de la Expiración y de la Virgen de la Soledad.

    Para la primera, diseñó en 1877 el bordado del manto de la Virgen de los Dolores, hoy advocada de la Esperanza. Y en 1881 adornó y doró las andas procesionales de esta cofradía de la iglesia de San Francisco.

    Para la segunda, Luna talló una Santa María Magdalena (sólo cabeza y manos), imagen que luego fue restaurada en 1890 por otro autor y transformada en un San Juan Evangelista para uso de esta antigua e ilustre cofradía. Como tal «San Juan», estuvo saliendo hasta 1918 sobre unas pequeñas andas en la procesión anual de la Virgen de la Soledad. Luego fue adquirida por la Hermandad de la Expiración durante la posguerra.

  2. Ángel Rodríguez Magallanes. Mucho menos sabemos de él, salvo que fue precisamente el escultor que compuso y restauró hacia 1890 la imagen de Santa María Magdalena de Florencio Luna, metamorfoseándola en Evangelista.
  3. También nos parece que debemos encuadrar en esta época al anónimo autor (¿tal vez alguno de los dos anteriores?) de las tres Marías de la Cofradía de la Vera Cruz, que fueron donadas en 1894 por el tesorero Luis de Pando Pedrosa. En esta época debemos encuadrar también la realización de las otras dos Marías que formaron parte del calvario de la Cofradía de la Expiración hasta 1930 y que luego fueron usadas entre 1963-1965 por la Hermandad de Jesús de la Misericordia.
  4. Un epígono de estos artistas fue Antonio Velázquez Pedemonte (f. 1933), torpedista de la Armada y escultor aficionado.

    Fue autor de un Cristo Crucificado que donó en 1923 a la Hermandad de la Vera Cruz, que fue colocado luego en la Iglesia Mayor, y finalmente en la iglesia de la Divina Pastora, donde se le pierde la pista tras las reformas del templo en los años sesenta.

    Igualmente es suyo un Cristo Yacente tallado hacia 1928 y donado para la parroquia de San Francisco, donde ha seguido expuesto a la veneración pública hasta hoy día, bien que en diferentes lugares del templo. Muchos creen erróneamente que se trata del primer Yacente que veneró la Hdad. Soledad.

  5. Un caso distinto al de los anteriores, pero muy interesante, es el del imaginero Ramón Núñez Fernández (San Fernando 1868-Madrid 1937), pues, aunque isleño, desarrolló su labor artística principalmente en Zamora y Valladolid, no dejando obras, que sepamos, para las hermandades de su ciudad natal. Fue discípulo del imaginero Ramón Álvarez y del escultor cartagenero Requena. Fue profesor de la Escuela de Artes e Industrias de Santiago de Compostela y Director de la Escuela de Artes de Valladolid. Entre sus obras de imaginería procesional, destacan los misterios de La Sentencia (1926) y del Retorno al Sepulcro (1927), ambas para la Semana Santa de Zamora.
  6. Por último, como hemos señalado, las sagradas imágenes titulares de hermandades y cofradías tuvieron necesariamente que ser restauradas de vez en cuando. Es raro que una imagen procesional del siglo XVIII permanezca sin restaurar hasta la década de 1970, que es cuando comenzaron las sucesivas restauraciones ya perfectamente documentadas. Es de suponer que hubo personas, allegadas a las hermandades, en muchos casos mayordomos de ellas, que se encargaron eventualmente de la tarea de restaurar, siquiera parcialmente, algunas de las imágenes isleñas. Sus conocimientos en la materia debieron ser los de simples aficionados con buena voluntad; sus técnicas, rudimentarias.

De algunos de ellos tenemos noticias:

  1. Inocencio Losada Manteca, maquinista de la Armada, vinculado a la Hermandad de la Vera Cruz. Sabemos que intervino parcialmente sobre la imagen del Santo Cristo titular en 1923, y que reformó las tres Marías de la misma cofradía para «hacerlas más ligeras de peso» (1938).
  2. Cayetano de Hostos Sierra (f. 1942), empleado de Marina, actor teatral y pintor artístico, a quien el Ayuntamiento de San Fernando le encargaba habitualmente el exorno de la Velada del Carmen. Vinculado estrechamente a la Hermandad de la Expiración, de la que fue mayordomo en los años veinte, participando activamente en su reorganización durante la posguerra. Sabemos que intervino en las imágenes titulares y en las secundarias que formaban el calvario que sacaba cada Jueves Santo esta antigua cofradía. Está documentado que retocó en 1926 las imágenes titulares y que al año siguiente sustituyó la imagen de Santa María Magdalena por otra. Y
  3. José Fernández Martín, joven artista del que no tenemos datos, salvo que restauró una de las manos de la Divina Pastora (1940).

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