Apogeo de las hermandades

En medio de esta dicotomía, fomentadas por el poder público e intentadas reconducir por la Iglesia, las hermandades y cofradías han vivido en el final de la centuria vigésima y en toda Andalucía una época de inusitado esplendor. No es exagerado afirmar que estas asociaciones de fieles conocen la época de mayor de auge de toda su historia, inconcebible e insospechada por los cofrades de generaciones anteriores, sobre todo para los que tuvieron que vivir las épocas difíciles y llegaron a pensar que las hermandades estaban abocadas a la extinción y que las procesiones de Semana Santa desaparecerían con ellos.

En primer lugar, es una época de numerosas y vigorosas fundaciones, aunque pronto desaconsejadas, cuando no limitadas, por la Iglesia. En todas las capitales y localidades andaluzas hay fundaciones de cofradías. Si en las primeras décadas del régimen de Franco se habían producido, como vimos, más fundaciones que nunca, en los años 80 y 90 asistimos a otra eclosión en todas partes, cuyas consecuencias se siguen percibiendo. Son fundaciones, además, en el estilo tradicional de cofradía con estética neobarroca, lejos de los ascéticos ensayos novedosos de los años 70.

En San Fernando, concretamente, se fundaron las cofradías de Jesús del Gran Poder (1977), Prendimiento (1982), Rosario Doloroso (1982, único epígono del rigorismo de Mater Amabilis), Virgen de los Desamparados (1985), Humildad y Paciencia (1987) y Rocío (1991). Aparte de algunos intentos que no cuajaron entonces: el más importante entre ellos, puesto que llegó a tener categoría de «Junta pro cultos», el de Jesús de las Tres Caídas (1984) en la parroquia de la Inmaculada (Casería de Ossio).

Unido a las numerosas fundaciones, se asiste a una auténtica revolución «semanasantera» en todas sus manifestaciones. En Andalucía en general, y en San Fernando en particular, pueden señalarse los siguientes rasgos:

  1. Fundación de cofradías en barrios de nueva construcción como forma de otorgar elementos de identidad a esos barrios, de dotarlos con una personalidad específica y distintiva frente a otros. Por ejemplo, en San Fernando, las de Gran Poder (1977), Prendimiento (1982) y Humildad y Paciencia (1987). Consecuencias de estas fundaciones: el reto de cubrir largos itinerarios (hasta 1976 la única hermandad con itinerario periférico o extravagante era la del Perdón del barrio de la Casería); la participación en la vivencia de la Semana Santa de nuevas zonas urbanas, tanto el barrio del que procede la nueva cofradía como las zonas por las que ha de pasar en su camino hacia el centro de la ciudad; el firme y entusiasta apoyo de esas barriadas a sus cofradías, con las que se identifican y a las que dotan de cierta representatividad social.
  2. Incorporación activa de las clases sociales más populares a las cofradías y a sus juntas de gobierno, lo que origina notable heterogeneidad en la composición social de las hermandades actuales, a diferencia de lo que solía suceder antaño, y en la formación religiosa de los dirigentes de estas asociaciones.
  3. Integración masiva de los jóvenes (juntas auxiliares, grupos jóvenes) en los cargos de gobierno de las hermandades, tradicionalmente desempeñados por personas de edad. Progresiva integración de la mujer en las procesiones y en las juntas de gobierno, sin la estricta separación de sexos anterior; integración a la que las cofradías suelen ser renuentes, pero fomentada y decretada ahora paradójicamente por la propia Iglesia que la desaconsejó siempre. En San Fernando, precisamente, apareció la primera mujer hermana mayor (Expiración, 1996) de una cofradía andaluza.
  4. Decadencia y reducción de los cultos internos tradicionales. Pérdida definitiva de la música sacra para cultos internos, consecuencia de la reforma litúrgica. En cambio, auge y enorme popularidad de la marcha procesional que ya había eclosionado en época anteriores pero que ahora sobreabunda: formación de grupos musicales, conciertos con éxito de público más que otras manifestaciones culturales convencionales, jóvenes compositores y concursos de composición.
  5. Las procesiones muestran una brillantez y un enriquecimiento inaudito debido al afán de las corporaciones por mejorar y enriquecer continuamente sus imágenes, sus enseres procesionales, sus lugares de culto. Las hermandades adquieren un patrimonio artístico notable (tallas, pasos, orfebrería, bordados), ayudando de este modo al mantenimiento de profesiones artesanales ancestrales que de otra forma hubieran desaparecido. Esto conduce a una progresiva «sevillanización» (por lo tanto, homogeneización) de la Semana Santa, puesto que esas obras de arte suelen encargarse a artistas sevillanos. Es ahora cuando, de verdad, Sevilla deviene en madre y maestra de la Semana Santa andaluza.

    Este fenómeno ocurre por igual en Málaga, Córdoba, Cádiz, Jerez y San Fernando, y es fuente de polémica entre los cofrades: se debate (por vez primera vez en la historia de las hermandades) qué es lo tradicional y qué debe serlo, se muestra interés en mantener las esencias de cada localidad que sean diferenciadoras de las de la capital andaluza. Es un fenómeno paralelo a lo que acontece en política: nacionalismos particulares frente a nacionalismos más genéricos y centralizadores.

  6. Crisis de la carga tradicional por personas asalariadas, como fenómeno social significativo. Surgen las primeras asociaciones de jóvenes cargadores o de hermanos cargadores. En San Fernando, la primera cofradía cargada desinteresadamente por sus hermanos fue Mater Amabilis (1973) y la primera cargada gratis por un grupo de jóvenes cargadores fue la de la Expiración (1978). Precisamente este grupo fue el primero en constituirse formalmente como asociación de Jóvenes Cargadores Cofrades (1981). Posteriormente fueron organizándose y estableciéndose otras asociaciones de cargadores o de hermanos cargadores, e incluso cuadrillas de hermanos costaleros al estilo de Sevilla.
  7. Proliferación de signos exteriores del auge cofrade: pregones (generales y particulares de cada hermandad), tertulias cofrades, carteles como medio de propaganda y atracción, retablos de cerámica o mosaicos, calles dedicadas a sagradas imágenes. Asimismo, generalización de la Casa de Hermandad como lugar de encuentro cofrade independientes de los templos.
  8. Despliegue de actividades culturales por parte de las hermandades y cofradías, como nunca antes se había dado: publicación de boletines, exposiciones de enseres, de fotografías, ciclos de conferencias de todo tipo, hasta concursos literarios…
  9. Eco inusitado en los medios de comunicación social de las actividades cofrades: noticias en la prensa escrita, suplementos en los periódicos, programas radiofónicos y televisivos. La Semana Santa, por vez primera, es aprovechada por los métodos de la mercadotecnia y usada como objeto de la sociedad de consumo.
  10. Aumento del interés por el pasado cofrade, reflejo tal vez del interés nacionalista y autonómico por la historia como seña de identidad, que se manifiesta en los rasgos siguientes:

    Se valora, organiza y cuida el patrimonio documental de cada cofradía, antes muy descuidado e inapreciado. Incluso se da la afortunada circunstancia del hallazgo en estos años de antiguos libros de actas que se daban por desaparecidos o perdidos: p.ej., el primero de la hermandad del Santo Entierro desde su traslado al Carmen (1830-1842), aparecido en 1999; o el primero y fundacional de la hermandad de la Virgen del Carmen (1698-?), de enorme valor para la historia local, aparecido en 2001.

    Se preconiza una vuelta a los orígenes en el espíritu y actividad de la hermandad y en la exteriorización del culto (túnicas, enseres, detalles procesionales). En Sevilla se recuperan antiguos pasos alegóricos (hermandad de la Trinidad). En Málaga, p. ej., hay hermandades que hasta compran columbarios para las cenizas de sus hermanos difuntos, en un verdadero alarde de vuelta a sus actividades de previsión social originarias. En San Fernando, la hermandad del Cristo de la Sangre ha vuelto a propugnar el modelo de cofradía gremial, es decir como agrupación de un sector profesional determinado (en este caso, la sanidad) bajo una advocación religiosa, aunque desprovista ya del matiz político que tuvo bajo Franco.). También en nuestra ciudad, se ha dado un retorno del antiguo paso de templete para las imágenes marianas (1995, Dolores de los Servitas), o se han usado elementos historicistas en el cortejo del Santo Entierro.

    Abundan las conmemoraciones de bicentenarios, centenarios, 50 y 25 aniversarios, que antes pasaban totalmente desapercibidos o apenas se celebraban.

    Se revitalizan antiguas cofradías. En el caso de Málaga y Córdoba, olvidadas cofradías de Pasión; en el de Sevilla, viejas hermandades sacramentales y de gloria que se fusionan con las pasionistas ganando éstas antigüedad, patrimonio y prestigio. En San Fernando, la joven e innovadora cofradía de Mater Amabilis se fusiona con la bicentenaria y decaída Orden Tercera de Servitas, y se revitaliza de manera pujante y brillantísima la antigua y otrora siempre modesta hermandad de la Divina Pastora, o la hermandad de San José, Patrón de la ciudad.

    Finalmente, proliferan los estudios históricos desde múltiples enfoques sobre hermandades y cofradías, así como los estudiosos del pasado cofrade. En San Fernando, la primera publicación exclusiva de índole cofrade, aunque de contenido no estrictamente histórico, fue «Cristo muere en la Isla» de Pablo y Joaquín Quijano (1977); la primera, en rigor, de contenido histórico fue el texto de José Carlos Fernández para los volúmenes de la obra «Semana Santa en las diócesis de Cádiz y Jerez» de editorial GEMISA (1988); siguieron las actas y comunicaciones de varios estudiosos presentadas en las VII Jornadas de Historia Local (1991), dedicadas precisamente a los «Gremios, hermandades y cofradías»; continuaron las monografías históricas de Enrique García sobre la Hermandad del Santo Entierro (1995) y de Vicente Quijano sobre la del Cristo del Perdón (1999); siguiendo por la recopilación publicada por Prieto-Pagnas y titulada «Semana Santa de San Fernando. Compendio y personajes» (2001); hasta llegar a las obras publicadas por Francisco Luna y Florencio Collantes.

  11. Por último, las hermandades y cofradías, así como los organismos que las aglutinan y representan, han accedido sin recelos a las nuevas tecnologías informáticas y elaboran sus propias páginas web. Principalmente como forma de darse a conocer y contactar con los hermanos, pero también quizás como un elemento más de ostentación y emulación. La presente página web del Consejo de Hermandades y Cofradías de San Fernando fue confeccionada en 2001 y presentada públicamente en 2002.

 

 

 

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