Las reformas ilustradas sobre las hermandades

En principio, todas estas hermandades siguieron las líneas y características de las anteriores, comportándose como plenas hermandades barrocas, según el modelo ya expuesto.

Pero todas las hermandades isleñas fueron alcanzadas y afectadas por las medidas reformistas ilustradas dictadas para todo el reino por Carlos III, buscando, por una parte, acentuar el control civil sobre la política religiosa, y por otra, suprimir tradiciones seculares tachadas de incultas o supersticiosas. Fundamentalmente, fueron las siguientes:

  1. En 1777: Prohibición de salir en las procesiones los disciplinantes o flagelantes (penitentes de sangre), los empalados, y de llevar los rostros tapados; obligación de salir con luz de día y de recogerse antes del ocaso.
  2. En 1783: Decreto de extinción de las cofradías, especialmente las gremiales. Quedaron teóricamente suprimidas las que no tuvieran aprobación real o diocesana (y aun éstas quedaron obligadas a redactar nuevas reglas y someterlas a la revisión y aprobación civil), excepto las sacramentales (a las que se consideró útiles para las parroquias) y las unidas a éstas.
  3. En 1787: Secularización de los enterramientos por motivos de salubridad pública. Cesaron gradualmente los enterramientos en cementerios adosados a las iglesias o en las bóvedas de las capillas de las mismas, como había sido costumbre hasta entonces por parte de las hermandades y cofradías, cuya actividad social fue así seriamente perjudicada.
  4. Entre 1797-1802. Desamortización de Godoy. Un primer intento de expropiar los bienes de las hermandades y cofradías, aunque en la Isla de León fue leve y sin resultados prácticos de consideración.

 

 

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